La cumbre del G7 en la costa veraniega de Biarritz, no es menos importante que las otras que iniciaron en ese lejano 1973. Sin embargo, ésta se dará en un contexto inédito, donde naciones líderes, como Francia y Alemania, se ven obligadas a luchar por el multilateralismo y agendas globales, ante el embate de nacionalistas que enarbolan peligrosas banderas populistas como las de Trump, Boris Johnson y los italianos (que solamente ellos saben quién los representa).
Los principales temas a discutir serán desde luego el Brexit, el tema nuclear iraní; y de refilón el incendio en la amazonia. Y por supuesto que también habrá un fuerte cabildeo a favor de Rusia, des invitada de estas reuniones desde la imperialista anexión que hiciera de Crimea en 2014.
Sin embargo, estará bien representada, inconcebiblemente, por el presidente norteamericano. Una cumbre por demás bizarra, en un lugar cuyo nombre le viene bien.
Los pueblos, que son fácilmente manipulables y cuya sabiduría colectiva es por demás cuestionable, pueden tomar decisiones en democracia que les llevan a su autodestrucción.
Y eso justo le sucedió a los británicos, cuyo excéntrico y camaleónico nuevo primer ministro, lleva por delante la amenaza de un divorcio en malos términos. Mientras que sus contrapartes lo miran con cierta lástima, sin caer en sus bravuconadas.
Pero un populista siempre puede contar con el apoyo de otro colega de la misma calaña (de la misma forma en que los fascistas se unieron en su momento). Así que contra toda lógica y sentido común, el inquilino de Downing Street se hace ilusiones, o bien vende el espejismo, de un tratado comercial con los Estados Unidos (que ya le fue ofrecido por su millonario gemelo). Según esto, esa alianza comercial evitará la catástrofe económica y política que se les vendría encima al salir de la Unión Europea. Esto, sin siquiera adentrarme en el tema de Irlanda, con la llamada salvaguarda irlandesa (Backstop); que por falta de espacio no me detendré en ello pero que augura malos tiempos en esa isla que tanto costó pacificar.
Lo que enfrentan Merkel y Macron, es en realidad la torpeza de quienes no se dan cuanta que una Europa desunida los pone a merced de Putin. Y lo peor de todo es que poca memoria tienen y poco les importan a quienes gobierna hoy en Washington, los más de cuatrocientos mil de sus soldados que murieron para liberar al continente de los nazis. Y con esto no quiero dejar de rendirle honores al Ejército Rojo y al pueblo soviético; pero los proyectos y visiones, antes y ahora, han sido siempre divergentes.
Los que se reúnen en Biarritz hablarán esencialmente de política; pero desafortunadamente el nivel de los interlocutores es muy dispar.
De hecho, la última vez que se sentaron juntos, Donald Trump partió intempestivamente para no tocar el tema del cambio climático (en el que no cree). Como consecuencia o concesión, esta vez ya no habrá una declaración conjunta. Mucho me temo que si las mentes políticas de avanzada no hacen una alianza global, pronto presenciaremos el fin de un sueño que logró hacer realidad el bienestar y la paz en el viejo
• Internacionalista, político, empresario
y escritor: @RudyCoen