Galeano y AMLO: La postal de lo que no fue

Después de todo, los seguidores del subcomandante Galeano (antes Marcos), son uno de los núcleos opositores más claros a la 4T.

Desde el proceso electoral de 2018, los zapatistas dejaron claro que querían marcar una diferencia y por ello buscaron que María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, fuera candidata independiente a la presidencia de la República. Esto no prosperó, porque el método para recabar firmas ciudadanas era complicado y más en comunidades indígenas, que suelen estar muy mal comunicadas.

Pero Marichuy dio un ejemplo de honestidad y juego limpio. Sin trampas, se colocó en el horizonte ciudadano, aunque no en la boleta.

Galeano y López Obrador provienen de tradiciones muy distintas. El primero del maoísmo y el segundo del priismo. Se formaron en caminos que se bifurcan, pero ambos quieren hablarle a la izquierda y al progresismo.

Galeano es una suerte de anomalía, en un panorama de lucha intensa entre el liberalismo democrático y los populismos que van emergiendo y ya gobiernan, como en nuestro país.

En ese contexto, la apuesta por una transformación radical, que es lo que propone el EZLN, es bastante incierta, pero sigue como premisa fundamental de los rebeldes.

Y esto es así, porque buena parte de la agenda de injusticias sociales, que propiciaron el alzamiento en enero de 1994, continúan vigentes.

Sí estás coordenadas no fueran suficientes para explicar las distancias, está presente el proyecto del Tren Maya.

La construcción significará, por necesidad, afectaciones a la naturaleza, donde las ganancias no son claras para las poblaciones locales.

Lo más grave; sin embargo, radica el traslado de las comunidades indígenas. Esto puede generar violencia, porque rompería con tradiciones profundas.

López Obrador prefiere el acompañamiento zapatista, porque esto reducirá el nivel de los conflictos, pero para Galeano no existen alicientes para pactar con un gobierno al que ha criticado desde el inicio.

El mayor obstáculo para el Tren Maya, aunque sea de carácter moral, está en esos encapuchados que persisten, desde hace décadas, en impulsar la idea de unpaís distinto.

Con ellos no aplica el adjetivo de conservadores, mafiosos o fifís. Tienen una fuerza propia y el apoyo de sectores intelectuales y luchadores sociales relevantes.

Y claro, no se trata de fotografías, como la que mostró el Presiente en sus redes y en la que aparece con el subcomandante Marcos, Cuauhtémoc Cárdenas, y su hijo del mismo nombre, junto a la defensora de derechos humanos, Rosario Ibarra.

Aquel encuentro es nostalgia, porque ahora lo que cuenta es el poder y sus reglas. En Palacio Nacional, pero también en Las Cañadas.

•Twitter: @jandradej