A Gennady Golovkin, la edad le pegó, tanto o
más que Dereviachenko. La del sábado 5 de octubre, fue una noche grande para el boxeo; trepidante, de intercambio de golpes y emocionante por impredecible.
El récord del ucraniano Sergiy Dereviachenko, no decía mucho de su capacidad,
un peleador bien clasificado por la Federación Internacional de Boxeo, con una carrera corta en el profesionalismo y, por tanto, con números engañosos. Comparados contra los de “GGG”, hoy con 40 victorias, los del ucraniano lo hacían notar en franca desventaja, olvidamos, o quizá omitimos, que el peleador contaba con más de 300 combates como amateur, esos también suman.
Golovkin, comentó antes, que era probable que la noche
del sábado en el Madison Square Garden de Nueva York, veríamos un estilo diferente en él, aseguraba que sus oponentes lo estudiaban con tanta atención, que ya anticipaban muchos de sus movimientos, sin duda vimos a un Golovkin diferente, pero no mejor.
Dos meses antes de combatir contra Steve Rolls, el kasajo
se despidió del entrenador que hasta entonces fue parte de su historia, Abel Sánchez, el mexicano al que se le atribuía la
responsabilidad de imprimir y perfeccionar el “estilo mexicano” que Gennady tenía en combate, movimientos por los que algunos expertos lo comparaban, incluso, con Julio César Chávez, una comparación funcional como recurso publicitario, pero sin duda, distante a la realidad.
Gennady Golovkin fue un demoledor, para su mala fortuna, las marcas de 1 derrota y 1 empate que se escriben en su
récord, son responsabilidad de Saúl Canelo Álvarez, quien aparentemente se convirtió en su némesis, pero también, en el único oponente que ha garantizado ingresos multimillonarios, no es casualidad que Gennady aprovecha cada una de las oportunidades que tiene, para recordar su interés por enfrentar al mexicano en un tercer combate.
¿Qué vimos de Golovkin? Nada le restará el mérito, pese
a no llegar a brillar como un gran ídolo, será recordado por la historia como un gran campeón, pero en declive; recibió una gran cantidad de golpes, nunca antes lo vimos retrocediendo de forma tan constante, Dereviachenko lo castigó y, con ello, demostró que “GGG” es más vulnerable, que recibe castigo y que, en breve, la fuerte mandíbula que lo mantuvo de pie, va a ceder.
Se coronó otra vez, por decisión unánime, nuevamente
es campeón de peso medio, pero el campeón está herido, se mostró confundido; por estrategia, el último round fue de abrazos, Golovkin, por estrategia, mantuvo su cuerpo pegado al de su oponente, pues una secuencia efectiva, podría haber cambiado el rumbo de una pelea que ganó eficientemente, así, nada más, eficientemente.
El 2020 prevé un tercer combate contra Álvarez y otra
vez, los críticos de Canelo, los mismos que aseguran que el mexicano rehuyó a ese tercer combate, dirán que aceptó (de hacerlo) porque observó que Golovkin es mucho más vulnerable que hace un año y que ahora es más factible noquearlo.
No es la primera vez en que se perciben las debilidades
de Gennady, Daniel Jacobs, demostró antes que “GGG” no era invencible, nadie lo es, ni en el boxeo ni en la vida; si la inercia sigue su curso, aproveche para celebrar el triunfo de un gran boxeador como Gennady Golovkin y apunte la noche del 5 de octubre, como la fecha del inicio del ocaso de un gran campeón.