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El robo de combustible, coloquialmente conocido como “huachicoleo” en México, ha dominado los medios nacionales durante las últimas semanas. No obstante, el caso de nuestro país forma parte de una tendencia global que representa pérdidas aproximadas en 133 mil millones de dólares al año. Se estima que en el sudeste asiático, el 3% (cerca de 10 mil millones de dólares) del combustible que se consume anualmente proviene de fuentes ilegales.
Además de las pérdidas para empresas e inversionistas, el robo de combustibles amenaza a la seguridad nacional y regional, ya que entre los principales beneficiarios de la venta ilegal de combustibles se encuentran diferentes grupos del crimen organizado y terroristas.
El robo de combustible no es un problema menor ni aislado. Entre sus consecuencias negativas se encuentran el debilitamiento del Estado de Derecho, el agravamiento de conflictos armados, problemas de salud, daños a los ecosistemas y otras desgracias como las ocurridas en Laos (2006), Pakistán (2017) o Hidalgo (2019).
En el sudeste asiático el robo de combustible se da principalmente por vías marítimas, en caminos terrestres y directamente en las refinerías de la región. El año pasado, Singapur enfrentó uno de los juicios más escandalosos que, a la fecha, ha llevado al arresto de nueve singapurenses y dos vietnamitas. Desde 2014, se robaron más de 340 mil toneladas de gasolina de la refinería más grande de la empresa Royal Dutch Shell, ubicada en el país isleño. Que el robo se llevara a cabo en horario laboral, aunado a las leyes estrictas de Singapur, perturbó aún más al sector.
Tailandia, por su parte, ha tenido que enfrentarse a este problema de manera diferente. A diferencia de Singapur, el producto robado no sólo se transporta por vías marítimas a diferentes puertos; también se vende en pequeñas gasolineras y por minoristas en las orillas de las carreteras, usualmente en zonas alejadas y con poca vigilancia. El gobierno tailandés implementó medidas como fortalecer los patrullajes marítimos junto con los miembros de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ANSEA), limitar la cantidad de venta por comprador y aumentar los controles fronterizos con Malasia. Sin embargo, los resultados han sido poco significativos, sobre todo por la falta de medidas contra la corrupción.
La corrupción es uno de los principales elementos que merman los esfuerzos locales e internacionales para el combate al robo de combustible; por lo tanto, las estrategias para combatirlo deben incorporar medidas serias contra la corrupción. Según el análisis de Atlantic Council (2017), la corrupción es uno de los elementos clave en todos los países con problemas de robo de combustibles.
Sin duda, las ganancias e intereses de unos pocos beneficiarios pueden ser enormes; pero el huachicoleo también se paga con el alto costo de la seguridad.