Gonzalo N. Santos y Maximino Ávila Camacho son recordados como la quinta esencia del autoritarismo estatal mexicano. Las memorias de don Gonzalo N. Santos constituyen una lectura obligatoria para todo interesado en conocer y entender la política local mexicana. El personaje de Maximino está retratado como Andrés Ascencio en la novela Arráncame la vida, de Ángeles Mastretta. Pocos gobernadores (y caciques) tan atrabiliarios, violentos, arbitrarios, despóticos y folclóricos como ellos. Pues bien, ni siquiera ellos en su etapa de mayor esplendor cometieron un atropello tan escandaloso como lo que acaba de pasar en Baja California. Jamás intentaron agregar años a sus períodos como gobernadores.
Mediante una maniobra profundamente sospechosa a la mitad de la noche del lunes, el congreso de Baja California aprobó la extensión del periodo del gobernador electo Jaime Bonilla, postulado por Morena, de dos a cinco años. Lo más penoso fue la triste complicidad de los partidos de oposición. Tanto los diputados locales del PRI como los del PAN votaron a favor de la iniciativa de extensión de mandato. Ahí no termina la cosa, uno de los diputados del PRI confesó que les ofrecieron sobornos millonarios para votar así. La ampliación del período para el nuevo gobernador ya había sido rechazada y explícitamente prohibida por el Tribunal Federal Electoral. No les importó.
El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas escribió en su cuenta de Twitter “el Congreso de Baja California ha decidido vulnerar orden republicano y democrático.
Ofende inteligencia, cae en ilegalidad y pierde total legitimidad al prolongar de 2 a 5 años el mandato de gobernador electo”. Cárdenas añade “bajacalifornianos y todo aquel con capacidad para protestar legalmente debe hacerlo y demandar a las autoridades, y al Congreso federal, sanción para diputados locales que votaron por la prolongación de mandato, así como la desaparición del Congreso local de Baja California”. Y concluye “aceptar esta prolongación de mandato abre riesgos de mayores ilegalidades y atropellos al mandato democrático en toda la República”.
El precedente es malo, casi diría funesto. Cualquier gobernador que controle su Congreso local sentirá la tentación de ampliar indebidamente su período y a la inversa. Un Congreso local de oposición puede intentar reducir el período del Gobierno en turno a contentillo. ¿Y a nivel nacional? ¿No activa esto tentaciones y resortes autoritarios? Hay plazos, fechas, mecanismos políticos y jurídicos para tomar este tipo de medidas.
Piense usted en la imagen de gobernadores repelentes de los últimos años: Padrés, los Moreira, el que le guste.
Ni ellos hicieron algo así. En los primeros días de este Gobierno, le pregunté a un viejo y experimentado político tabasqueño que conoce a AMLO desde hace décadas “¿Qué va a pasar en este sexenio?”. Su respuesta me dejó helado “pasará lo que los mexicanos le permitan a suGobierno que pase”.
•Internacionalista y analista político:
@avila_raudel