• Impeachment: late Middle English
(also in the sense ‘hinder, prevent’; earlier as empeche ): from Old French empecher ‘impede’, from late Latin impedicare ‘catch, entangle’ (based on pedica ‘a fetter’, from pes, ped- ‘foot’). Compare with impeade. Diccionario Oxford
L
a voz inglesa impeachment es poderosa en muchos sentidos, porque al final de cuentas se refiere a un proceso legal para llevar a juicio político a un funcionario público (incluido desde luego al presidente en funciones). Más aún, cuando la propia Constitución de Estados Unidos define claramente las situaciones por las cuales se puede dar inicio a dicho procedimiento: traición, corrupción u otros crímenes o delitos graves.
Diecinueve han sido hasta hoy los
funcionarios que han encarado este tipo de juicio político: quince jueces, dos presidentes, un secretario de Estado y un senador. Andrew Jackson y Bill Clinton han sido los únicos titulares del Ejecutivo en encarar al tribunal del Senado; aunque ambos a la postre hayan sido
declarados inocentes de sus respectivos cargos. Richard Nixon en cambio, prefirió renunciar antes de que se le iniciara el juicio, a sabiendas de que su culpabilidad era irrefutable.
Hoy nuevamente esa nación, que alguna vez fue considerada “el faro de la
democracia”, está a punto de llevar al banquillo a un presidente: Donald Trump. Ya la interferencia rusa en la elección que lo llevó a la Casa Blanca, y la subsecuente investigación del fiscal especial Mueller, lo sometió a un intenso fuego por parte de la opinión pública y sus opositores demócratas; pero su último desplante, descarado y torpe, lo ha llevado al límite.
O más bien, diría yo que el sistema político per se ha llegado a su límite con un
personaje que llevó a la bancarrota a la figura presidencial. La diferencia entre las muchas quiebras empresariales y financieras del magnate, con la devaluación de Oficina Oval (de la que es responsable), es que las primeras tuvieron consecuencias limitadas y privadas, mientras que la última nos afecta a todos (principalmente desde luego a los norteamericanos).
Todo porque llegó al poder un personaje que, sometido a cualquier comparación posible, es el que tiene los más bajos
estándares morales e intelectuales de entre sus 44 antecesores. Y no me tiemblan los dedos al escribir esto, porque ni
los juniors ni los actores de Holywood llegaron a tener un nivel tan bajo. Y ni siquiera James Buchanan, ese que fraguó la guerra contra nosotros, merece estar en esa categoría.
Lo peor de esto es que no está solo,
porque todo parce indicar que sufrimos de la misma “peste bubónica” de hace 100 años. Mussolini, Hitler y Franco han sido reemplazados por un grupo de déspotas del siglo XXI que no aprendieron nada del pasado y son incapaces de mirar hacia el futuro.
Para nuestra desgracia, el mandamás
en Washington presume ante el mundo entero que “usa a México”. Sí, tal cual, usa a México, cual si fuéramos una de las mujeres a las que humilla, presumiendo que puede acariciarles los genitales sin permiso y sin consecuencia alguna.
El problema para nosotros es que estamos gobernados por otro personaje
que se le parece demasiado (en su fisonomía política e intelectual), pero que a la vez es incapaz de enfrentarlo. Ya sea por conveniencia, acuerdos político/ electorales o por razones hasta ahora desconocidas, Trump, ese que será llevado inevitablemente a juicio, nos mete mano descaradamente y no hay (hasta ahora un movimiento “me too” que salga en nuestra defensa.
•Internacionalista, político, empresario
y escritor.
@RudyCoen