Abby trabaja en Planet Parenhood, una famosa clínica de servicios de planeación familiar la cual provee no solo de anticonceptivos, o pláticas sino también de abortos. Dueña de un buen hogar, y una familia aparéntemente cómoda, trabaja día con día para posicionarse como una de las directoras más aguerridas en “pro de la causa” su familia —aunque no está de acuerdo con su profesión— espera que algún día ella abandone su profesión, esto a pesar de las súplicas no sucederá sino hasta que un día esté presente en un tratamiento abortivo y mire con horror el ultrasonido de una joven en la cama de una clínica.
Inesperado (Unplainedd ) está escrita y dirigida por Chuck Konzelman y Cary Solomon, quienes previamente han traído a la pantalla la saga
Dios no está muerto o El poder de la cruz, filmes de corte cristiano que carecen de valores artísticos y cinematográficos y que buscando ávidamente la proliferación de ideas pierden la elocuencia y evitan a toda costa la crítica.
Que no se me mal entienda, Inesperado tiene
como base un tema por demás interesante, el relato de Abby Jhonson, basada en sus vivencias de cuando fue una de las directoras más activas de Planned Parenthood, daba para mucho, un tema tan interesante, tan fuerte, tan desgarrador y con muchas aristas psicológicas, físicas, teológicas, filosóficas y políticas pero solo se centra en la transformación de Jhonson sin ahondar en nada.
La sensación de “Feel Good Movie” se percibe
desde los primeros planos porque está hecha para eso, como el regaño vacío de un padre a su hijo, que nos dice que a pesar de todo lo sucedido, nos ira bien, y – a pesar de que pueda sonar melodramático- un tema tan incómodo como el aborto merece un tratamiento mucho más maduro, menos aleccionador pero si más crítico y que invite al análisis. Es ahí donde yo coloco al filme de 2008 del director Rumano Cristian Mungiu: 4 meses, 3 semanas y 2 días. En donde planteaba el tema del aborto clandestino a una joven universitaria y las implicaciones médicas, psicológicas, y jurídicas que acarrean todo esto, dejando evidentes cuestionamientos a sus protagonistas y sobre todo al público.
Si usted considera que un filme sobre el
aborto debe estar relleno de canciones pop de fondo, poca introspección y una voz en off que
nos esté contando en todo momento lo que pasa por la mente de su protagonista, tal vez este sea su tipo de filme, sin embargo si usted considera que este tema merece un tratamiento maduro sin temor a herir susceptibilidades, más directo y más analítico y sobre todo más incómodo y crudo vaya directo al filme de Munguiu, que al igual que grandes como Scorsese con Silencio o Pasolini con su Evangelio según San Mateo son críticos, analíticos, incomodos y con maestría a la hora de dirigir.