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La CNDH no está invitada a la fiesta

La CNDH no está invitada a la fiesta

Columnas miércoles 05 de junio de 2019 -

Luis Raúl González Pérez es un funcionario incómodo y esto lo honra. Mientras en los salones del poder pretenden que se celebren las directrices de la 4T, el titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) hace señalamientos, analiza y recomienda.

Ese es su trabajo y para ello lo designó el Senado de la República.


Sus dudas han gravitado en torno a la austeridad que corta el dinero para la salud pública, la militarización de la policía y la intolerancia ante la crítica. Ocuparse de esos menesteres es la naturaleza de la institución que cuenta con autonomía constitucional y sirve como un contrapeso democrático.

Desde 1990 la CNDH ha sido una piedra en el zapato de los poderosos. Así tenía que ser y esa fue la motivación de su creación. Jorge Carpizo, el primer ombudsman, solía sacar de sus casillas a secretarios de Estado, procuradores y gobernadores.

No era para menos, porque con sus recomendaciones se rompía el círculo de la impunidad y se propiciaba la justicia. Una buena parte de los esfuerzos de aquellos años, significaron el encarcelamiento de policías corruptos, que violaban derechos y permitían, con ello, el apuntalamiento de poderosas redes criminales.

Esto importa, porque muestra que la buena procuración de justicia nunca está reñida con la vigencia de los derechos humanos, sino por el contrario.

La CNDH, después de todo, vive del apoyo social y de la fuerza moral que imprime a sus resoluciones.

Los sucesores de Carpizo, los otros seis titulares de la CNDH (sin contar interinatos) tuvieron una relación de estira y afloja con los Poderes Ejecutivos. Luces y sombras que retratan nuestra historia en una de las agendas más delicadas y complejas.

Es natural, porque el ombudsman se ocupa de cuestiones molestas, de poner luz en donde impera la oscuridad y de no permitir que se busquen atajos al cumplimiento de la legalidad.

La diferencia para González Pérez es el desaire institucional que sufrió, la imposibilidad de presentar de viva voz el informe de labores ante el Presidente de la República.

Esto rompe una sana tradición, que por momentos resultaba incómoda para los titulares del Ejecutivo, pero que valía la pena transitar en el entendido que la rendición de cuentas ayuda al mejoramiento de las condiciones de vida para la ciudadanía.

Es curioso, porque el informe que presentaría González Pérez, y que entregó en privado a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, se refiere al 2018, al último tramo del gobierno de Enrique Peña Nieto.

En noviembre se elegirá (o reelegirá) al próximo titular de la CNDH. Hagamos votos porque en el Senado impere la cordura y la capacidad de escuchar.

•Twitter: @jandradej


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/CR

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