La semana pasada nos dejó un vislumbre de la grandeza aeroportuaria por venir.
No me refiero a una grandeza fifí, machuchona, como para atraer turistas con divisas y degeneraciones neoliberales parecidas, sino a una grandeza popular, una grandeza 4T. La verdad, se pulieron tata Espriú y tata Riobóo. Ya premiamos aquí su capacidad para pasar por alto una montaña en Santa Lucía, pero es que además se nos hizo saber que el aeropuerto nuevo, un milagro no solo porque atravesará (¿escalará, sobrevolará, rodeará?) un cerro, sino porque lo hará sin un solo permiso de las asociaciones internacionales, estará en pleno el año 2069. 50 años.
Medio siglo de obras. Gracias al liderazgo de nuestro Gran Timonel, haremos una Notre Dame tlaxcalteca.
Con todo, hay todavía numerosas ventanas de oportunidad en términos de conectividad y aeronáutica. No quiero meterme en terrenos propios de especialistas, pero a ver: si ya a alguien se le ocurrió la idea genial de unir en una red el Benito Juárez con sus baños, Santa Lucía con su montaña y Toluca con su neblina, ¿por qué no hacer una red multimodal que una a los tres aeropuertos con las terminales camioneras?
Norman Foster va a palidecer de envidia. Ya sé lo que me va a decir: que el tráfico, que moverse de un lado a otro… Lo tengo pensado: le vamos a encargar otra red pero de segundos pisos a Riobóo, rápido, sin licitación, que irá de terminal a terminal, camionera o de aviones, para uso exclusivo de microbuseros. ¿Que unos turistas japoneses tienen que tomar un vuelo de conexión a, digamos, Puerto Vallarta? Combi por el segundo piso hasta la camionera del Poniente, camión hasta Toluca —una oportunidad única para conocer el corredor Metepec—, y vuelo a Vallarta. Este proyecto tendría además un gran impacto social. Las casetas de cobro para los segundos pisos se concesionarían a perpetuidad a los profes de la CNTE. ¿Que no les parece suficiente la oferta y bloquean los aeropuertos? Les concesionamos también los baños. Con una mínima inversión, ponemos torniquetes en las puertas y te pueden cobrar hasta diez pesos, pedacito de papel higiénico incluido, onda la Terminal del Poniente. Clase mundial. Y es que pagar los bloqueos de trenes y los secuestros de diputados, o sea la revolución, no es barato.
¿Que cómo vamos a financiar este proyecto cuando se desplomó la recaudación, se espantó la inversión y dejan de venir turistas? Con lo mejor que tenemos: capital humano. La semana pasada nos demostró también que se acabó la corrupción y el dinero de los contribuyentes se pone donde debe de ponerse. Por ejemplo, en promover la carrera musical de Beatriz Gutiérrez Müller, como hizo la agencia Notimex. Propongo que organicemos una especie de Live Aid para captar recursos. El centro del show sería nuestra No Primera Dama, por supuesto. Podríamos organizarlo en el No Aeropuerto de Texcoco, mientras acaba de rebrotar el lago. O tal vez en una zona debidamente quemada de la selva chiapaneca, ahí donde van a pasar el tren. Junto con la No Primera Dama, podrían actuar Jesusa y sus botargas, chance Silvio Rodríguez…
Eso sí —qué seríamos sin autocrítica—, antes los medios públicos tienen que hacer su chamba, como Notimex. Me decepcionó ver, compañero Jenaro Villamil, que los canales del Estado no están difundiendo el video de la Primera Artista de la Nación. Con lo bien que ibas.
Live Aid y Notre Dame: la 4T es cultura.