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La enseñanza del arte

La enseñanza del arte

Columnas martes 26 de marzo de 2019 -

La enseñanza del arte en América Latina es relativamente reciente. Los gobiernos la impulsaron en las escuelas públicas en las primeras décadas del siglo XX. No está demás decir que las academias de bellas artes, hasta fines del siglo XIX, estuvieron reservadas a los varones.

La promoción del arte por el Estado estuvo marcada por la intención de exaltar valores nacionalistas y promover una visión oficial de la cultura y la sociedad. En México los primeros modelos de enseñanza fomentaron la jerarquía del arte europeo, eso ayudó a crear una visión muy desvalorada de las creaciones vernáculas, vistas como artes menores. En otros casos los modelos educativos se concentraron en fomentar el aprendizaje de habilidades y competencias artísticas, es decir: el dominio práctico de una disciplina.

Actualmente se cuestiona si la enseñanza artística debe fomentar solo el valor práctico del arte, también se rechaza que tenga un papel educativo para favorecer intereses oficiales. Modelos como la educación por el arte, la educación a través y con el arte, proponen una visión más amplia sobre la función del arte en la formación de una persona. Se puede estimular la capacidad ética del individuo mediante la enseñanza de la percepción estética, mejorar la expresividad emocional y la interioridad; y puede ser una herramienta didáctica para mejora el interés cognitivo y la actitud de los niños y adolescentes en la escuela. Desde esta mirada, los pedagogos intentan hacernos comprender que el arte puede ser una vía educativa exitosa para “desarrollar conocimiento de sí mismos, vitalidad de la sensibilidad, el fomento al crecimiento personal, el desarrollo de la capacidad crítica, el fortalecimiento de la estima propia y la comprensión de la realidad en que se vive” (Las artes y su enseñanza en la Educación Básica, Ed. SEP/UPN, 2011).

No obstante, las palabras no suelen ser las cosas. Si bien en México esta visión se integra al diseño curricular por las reformas educativas, difícilmente se generan las condiciones para ser aplicada. En muchos casos los docentes no cuentan con la preparación adecuada, no existe la infraestructura necesaria, o no se respeta la ejecución de contenidos y pedagogía en las escuelas de nivel básico. Por otro lado persiste una visión social desvalorada del arte, se le ve como algo que no tiene mucho sentido productivo, del que no se puede vivir ni considerar trabajo. Así, ya desde el ámbito familiar no se fomenta.

La falta de interés y apatía pueden encubrir un entramado de desigualdades sociales. En muchos casos no se enseña a sentir el arte como una necesidad, por ello no se reconoce como un beneficio para nuestra personalidad y menos un derecho esencial. La desigualdad cultural significa el acceso inequitativo a los bienes y oportunidades culturales. En ese sentido el arte debe entenderse como un recurso social que promueve el poder cognitivo y creativo de los ciudadanos, ellos deben insistir en que las nuevas generaciones cumplan su derecho a disfrutarlo como parte de una educación básica.



•Antropólogo y maestrante en Ciencias Sociales.
Analista del arte contemporáneo, la cultura popular y las culturas contrahegemónicas en América Latina.
@ecoamarillo

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