Una edición más del Mundial de Clubes está en marcha y de momento todo va de acuerdo al plan. El Flamengo ya está en la final y hoy Rayados encabeza una vez más el sueño de los clubes mexicanos de dar la campanada frente al siempre favorito campeón de Europa.
Se trata de la penúltima edición tal como la conocemos de este torneo, que por cierto, no desagrada para nada, aunque quizá llegó muy tarde al escenario mundial, pues con apenas 20 años de historia, la cual fue interrumpida por un lapso de cinco años, ha batallado para colocarse entre los certámenes más atractivos o más esperados a nivel global.
Si bien trató de heredar las glorias de la Copa Intercontinental, aquella era únicamente un solo juego entre los campeones de la Champions y la Libertadores y listo, no había que mover logísticas ni acomodar siete partidos en un lapso de una semana que quedó apretada a finales de cada año muy cercano a la época de las fiestas.
La FIFA se ha puesto a trabajar, y por supuesto que se entiende que su interés sea económico. Bienvenido sea si eso nos garantiza un evento de mayor espectáculo. Insisto, a mí me encanta tal y como está, pero el impacto no es el adecuado como para volverlo negocio.
El mandato de Gianni Infantino tomó medidas y desechó la Copa Confederaciones (otro ejemplo de torneo que es bueno pero impopular) y en su lugar impondrá un Mundial de Clubes más grande, más ambicioso y que aspira a ser más deseado, al realizarse cada cuatro años, en verano, y con un incremento significativo de equipos.
Claro que, si la fantasía de que un equipo mexicano aspire alguna vez a quedarse con el título fue mínima durante los pasados 15 años, el pensar en un título en un torneo más grande en el que habrá más contendientes poderosos, incluyendo un nutrido contingente europeo, parece prácticamente imposible… Claro, esa no es una queja contra la FIFA y estas nuevas normativas, sino un buen reto (un gigantesco reto realmente) para nuestra liga y nuestros clubes.
Rayados vivirá su anhelado partido. Ese por el que nos hemos conformado año tras año. Ya veremos qué tanta resistencia puede oponerle al equipo de Jurgen Klopp. Pero si algo nos han enseñado las ediciones anteriores, es que llegar aquí pareciera que ya es ganancia, esto ante otros episodios bochornosos en donde los nuestros eran eliminados a las primeras de cambio (gracias a, nuevamente, un formato de competencia cuestionable pero necesario ante la falta de tiempo).
Pocas ocasiones en el Mundo del Futbol se vive ese ambiente tan de ensueño para un equipo. Hoy los regios salen obviamente como víctimas. Las recomendaciones de disfrutar el partido, y tomarlo como una gran experiencia no son vacías, pues la motivación que hoy está involucrada bien puede afectar positivamente para, por ejemplo, que regresen y encaren la final de Liga MX.