“Fue el caos más absoluto. Todo iba bastante bien en Sri Lanka desde que acabó la guerra civil. Habíamos perdido el miedo al terrorismo”, aseguraba ayer a la agencia de noticias AFP uno de los testigos de la explosión en el hotel Cinammond Grand, uno de los ocho puntos atacados ayer en Sri Lanka, en la masacre más violenta desde hace una década.