Fotografiar es un ejercicio que realizamos a diario, consciente e inconscientemente. Todos lo días subimos a las redes sociales, alrededor de 1.8 mil millones de imágenes, sin contar el número de imágenes que tomamos con nuestros celulares y que no compartimos.
▶ Nuestra memoria está segmentada por la información que no sabemos si quiera de dónde salió, y lo mismo pasa con las imágenes, por eso
fotografiamos más, por eso las capturamos nosotros para poder apropiárnoslas y sumarlas a nuestro carrete de recuerdos.
Siempre me gustó la fotografía, pero por ahí de los 14 o 15 años acudía a presentaciones que organizaban alpinistas para mostrar las fotos que habían tomado en sus excursiones, escaladas, ascensos, descensos, y todo lo que conlleva. Tomaban en diapositiva, y era un placer culposo escuchar el “crack” cuando pasaban de una a otra.
Gracias a Pablo León y Yoaquín García-Luna, que me hicieron recordar la emoción de todos esos deportistas de alto rendimiento que invitaban a una adolescente que sin tener nada que ver con ellos. Se emocionaban, se aplaudían, se abrazaban y a veces hasta lloraban cuando narraban las distintas complejidades con las que se topaban en el camino.
Pablo y Yoaquín, son muy jóvenes, y a principios de este año llegaron a Monterrey para hacer base y después trasladarse a Potrero Chico y grabar el asenso de Andrés Basich, de 22 años.
La montaña principal se llama el Toro y su frente es de 530 metros de alto, es una ruta icónica que requiere una escalada muy técnica y cuando Andrés se propuso este reto, sabía que podía convertirse en el tercer mexicano en lograrlo.
Pablo comenzó a escalar desde los 15, estudia fotografía y le gusta el cine, seguramente por ver trabajar a su mamá en la industria. Carga con su mochila llena de cuerdas y equipo para escalar y acampar, pero también con su cámara, su GoPro y un dron.
Surge POR LA LIBRE, un proyecto que busca proyectar sus rutas conquistadas, así que se dieron a la tarea de atestiguar el logro de Andrés en El Sendero Luminoso. Andrés subió y no tuvo ninguna caída, su concentración fue total y Pablo iba detrás de él fotografiándolo y haciendo todo por tener las mejores imágenes.
Esta foto que vemos aquí, es por supuesto después del esfuerzo físico y mental de quien sube una pared de medio kilómetro y que sabe que a partir de ese momento su nombre estará en la historia de quienes se han aventurado a escalar El Toro.
Y veo la imagen y vuelvo a pensar en el maravilloso poder de la fotografía. Tomamos imágenes y nos fotografiamos cuando ganamos, cuando nos superamos, cuando nos encontramos con la victoria y lo hacemos para no olvidarlo, para recordar qué ropa traía puesta, cómo estaba el cielo, si nuestra sonrisa era realmente grande o exageramos cuando lo platicamos.
Hacemos fotos para contar nuestras historias, para recordar, para alimentar la memoria, para volver a sentir y también para mostrarles a todos que lo que hicimos fue real.
Hoy Pablo y Andrés apenas tienen 22 años y seguro ya tienen miles de imágenes de las cumbres conquistadas, de sus viajes y sus aventuras. Su siguiente reto no sólo será hacer historia en el mundodel alpinismo, sino en conservarlas, porque la memoria digital también tiene caducidad, igual que la memoria.
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