Doña Beatriz y don Andrés caminaban en los pasillos solitarios de Palacio Nacional y la foto se volvió viral. El contraste era obvio al comparar con la misma escena del año pasado cuando el ex presidente Peña iba acompañada de la Gaviota ataviada en vestido de diseñador, el recinto retacado de invitados y cenas extravagantes. Patética escena para un país embutido en violencia y pobreza. La situación no concordaba con tal derroche.
El pasado 15 de septiembre no podía dejar de impresionarme por las caras del pueblo. Todos se veían
realmente felices. Debo admitir que yo lo estaba también y por primera vez me lancé a celebrar en una alcaldía. No lo hacía a manera de protesta. Y no es que no me guste ver al pueblo feliz, lo que me preocupa es que en términos de violencia, por ejemplo, no mucho ha cambiado. Este año ocurrió lo impensable: la opulencia incesante dejó de pegarnos en la cara.
Por otro lado, la oposición en picada parece seguir
sus rutinas de cuando solían gobernar. Y no me malinterpreten, realmente necesitamos una oposición.
Sin embargo, la actual parece perdida y sobre todo,
muy confundida.
Es impresionante como han atacado con argumentos inválidos casi desde su origen. Y lo digo porque
el día siguiente del grito en el Zócalo destacó una fotografía donde se veían invitados atrás de una valla, aplaudiendo a López Obrador. Tal y como se hacía con Peña, Calderón o Fox.
Hicieron el drama tuitero de su vida. La oposición
se enfocó en criticar que efectivamente había invitados rimbombantes y que la 4T nos había engañado a todos. Sin embargo, presidencia avisó que habría invitados. Lo dijeron con anticipación; gabinete, gabinete extendido, embajadores. Gente que trabaja con el mandatario, pues. Y no hubo nadie más.
Pero la oposición pierde tiempo. Hay muchísimas
cosas que reclamarle al presidente. Básicamente la criminalidad no ha bajado, continuamos con homicidios dolosos en las zonas más violentas del país. Los feminicidios aumentan a cada segundo. No ha habido justicia para Ayotzinapa. Seguimos esperando que la impunidad no reine. Hay argumentos, ¿pero en serio es necesario enfocarse en una fotografía que por sí sola se debilita?
Pero la oposición así gobernaba. Le gustaba desvirtuar antes que argumentar. Lo vimos en los casos de
periodistas y activistas asesinados, para el gobierno siempre “en algo andaban”. Maquillar cifras, decir que se entregaron recursos sin saber a quién o cómo. Lo vimos en la Cruzada Contra el Hambre de Peña, por ejemplo.
Y al parecer siguen en ese camino pastoso. Teniendo todo para argumentar y mucho que reclamar, ¿por
qué siguen enfocados en lo que solo distrae y hasta aburre? porque mientras eso pasa, la popularidad del presidente se dispara dentro y fuera del país.
• Periodista