La pobreza y el CONEVAL

Y es que definir la pobreza, paradójicamente no es tarea fácil. Si bien a escala internacional el criterio de los 2 dólares diarios brinda un parámetro comparable, únicamente considerar al ingreso deja fuera, particularmente para un país tan contrastante como México, muchos otros factores que inciden en la vulnerabilidad. De esta manera, puede ser el caso de alguien que gane más de 2 dólares pero que, por no tener acceso a seguridad social, una enfermedad atendible puede ocasionar que deje de trabajar, ganar dinero, se tenga que gastar sus ahorros en atenderse y, de esta manera, terminar en una situación muy precaria que debería calificar como pobreza.

Por esta razón en México, a través de los buenos oficios del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), se diseñó un criterio multidimensional para identificar la pobreza y, desde luego, poder hacer medibles los avances en la materia. De acuerdo a esta metodología, se toma en cuenta el ingreso, pero también la existencia de carencias sociales que, más allá del dinero que se gane, ponen a la población en riesgo de rezago o de rezago extremo.

La incorporación de las carencias sociales (rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de vivienda, acceso a servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) es una aportación metodológica mexicana que fortalece la concepción que se tiene de la pobreza a escala internacional y, de manera muy importante, ofrece una clara guía de los objetivos en los que deben incidir las acciones de Gobierno que busquen combatir la pobreza.

De manera nada afortunada, buena parte de las acciones que ha implementado el Gobierno federal parecen desconocer la medición multidimensional de la pobreza ya que, en el mejor de los casos, impactan únicamente el ingreso y, si acaso, el acceso a la seguridad social de las becas. Tampoco están tomando en cuenta los trabajos hechos por el CONEVAL para identificar a la población con menores ingresos y mayores carencias y así dirigir mejor los esfuerzos hechos por el Gobierno y beneficiar, de manera más efectiva, a quienes viven en condiciones más precarias tanto por falta de ingreso como por las carencias que enfrentan.

Por eso llama tanto la atención la salida de Gonzalo Hernández Licona a la titularidad del CONEVAL, después de dar su opinión técnica sobre la mal entendida austeridad. Y preocupa no sólo por la calidad de Gonzalo como funcionario (que lo es, además de ser un tipazo en los personal pero eso no es el tema de esta columna) sino porque levanta sospechas sobre qué va a hacer la 4T con la metodología para medir la pobreza y la institución colegiada con la que contamos para, de manera objetiva y consistente, poder ir midiendo como se reduce o aumenta la pobreza (multidimensional) en el país.

En la crisis argentina vimos lo nocivo que resulta que el Gobierno caiga en la tentación de “maquillar” o retocar la información económica, ya que se pierden las guías para la toma de decisiones (tanto del Gobierno como de los inversionistas privados).

Ojalá en el esfuerzo de Andrés López Obrador por convencernos que él tiene otros datos, no termine por dejarnos sin los datos reales con los que el día de hoy contamos.

•Ex Secretario de Trabajo y Desarrollo Económico de Puebla.

Analista económico y de negocios @MichelChain