POR MARTHA ROJAS
Seis balanzas encadenadas, que se sostienen entre ellas de un modo inverosímil es la metáfora con la que el artista cubano Marco Castillo, exintegrante del colectivo Los Carpinteros, representa el funcionamiento de la economía cubana underground, cuyo precario equilibrio se mantiene si no intervienen fuerzas externas.
Gabriel, es el nombre de la pieza de casi cinco metros de altura que se exhibe en el marco de la XIII Bienal de La Habana que se realiza hasta el 12 de mayo, bajo el título La construcción de lo posible.
El título de la instalación, Gabriel, es el nombre del cuentapropista que fabrica este tipo de instrumentos empleados en el comercio informal.
Su excompañero, Dagoberto Rodríguez también presentó en Intersecciones, el principal epicentro de la bienal, varias esculturas de su serie Emblemas, con la que lanza una crítica a la relación que Estados Unidos y Cuba mantienen desde el triunfo de la Revolución.
Con una serie de cinco insignias de viejos coches intervenidas con frases pronunciadas por Fidel Castro como traición, muerte, justicia o Patria o muerte.
Por otra parte, la emblemática calle Línea, una vía de más de 3 kilómetros en el céntrico barrio habanero de Vedado que nace y desemboca en el Malecón es escenario de muestras, actuaciones, instalaciones y otras manifestaciones culturales con motivo de Bienal , el mayor evento de las artes visuales de Cuba.
En el evento participan más de 300 artistas de 50 países, sin embargo la presencia de artistas estadounidenses tienden puentes y abogan por el acercamiento, en medio de la renovada tensión bilateral y el anuncio de sanciones que dificultarían aún más los viajes al país caribeño.
La Bienal anterior (2015), llamada del “deshielo” recibió una gran cantidad de visitantes de Estados Unidos, interés que se repite -aunque en una menor escala- en esta “edición del rehielo. El mensaje de que hay “semejanzas aún en la diferencia”.