En la vorágine de fechorías gubernamentales es difícil aquilatar qué significa cada recorte, cada amenaza, cada contra-reforma, cada mutilación a un programa o a una institución, cada instrucción bizarra. Entre el rosario de calamidades que se producen o se agravan desde Palacio, destaca el diario descenso del país por el tobogán de los sinsentidos en materia de seguridad. De inicio, tenemos un gobierno que presume su obsecuencia con los criminales y, por ponerlo suave, su displicencia con las policías y las Fuerzas Armadas. Pero este pozo no tiene fondo, y el fin de semana López Obrador se refirió a una inexistente guerra de exterminio en años pasados. Palabras mayores, si las hubiera. Desde luego, cualquier crimen que se hubiera cometido con pretexto de la seguridad debe castigarse, nomás faltaba, pero inventar un exterminio por parte de las Fuerzas Armadas acredita una absoluta falta de escrúpulos con tal de alimentar una demagogia oportunista que rime bien con la claudicación del Estado.
Porque no hay proyecto alguno de seguridad,
sino un plan político que demanda bajar la guardia; enviar emisarios a departir con criminales; y lanzarte a éstos admoniciones cariñosas que ya quisiera cualquier niño mal portado. Y mientras los asesinos se revuelcan en su parranda de sangre e impunidad, desplegando en redes sociales su insolencia armada, los soldados se repliegan o se rinden. Esa es la orden, incumplir con la responsabilidad de seguridad pública que les endilgaron nada menos que mediante una reforma constitucional, y además mutilarse para construir “la guardia”, un ornitorrinco con identidad y doctrina deliberadamente difusas, porque así es como le sirve al grupo político que lo imaginó. En breve, la historia va así: te doy todas las facultades en ley… te doy también la responsabilidad solitaria porque
ya ni Policía Federal va a haber y el desarrollo policial se queda en chiste… te doy recursos pero en realidad son para otro cuerpo militar, uno “externo” porque tu institucionalidad estorba… portarás el uniforme pero no podrás hacerlo valer, porque tú reprimes y los criminales son pueblo… ah, y por cierto, te avisamos que a lo mejor te desaparecemos.
Bonita manera de tratar a la última línea de defensa del Estado mexicano. Los apapachos iniciales fueron entonces una trampa, y así como se usaron a las instituciones democráticas para llegar al poder y luego desmantelarlas, ahora se abusa de la disciplina del Instituto Armado y se le ordena que haga un último sacrificio... no el de salvar a la patria, sino el de inmolarse como fusible político. Los videos de los soldados soportando estoicamente vejaciones resumen todo, y pues ni modo que uno no se dé cuenta que esto se parece cada vez más a una parejera entre la disciplina y el hartazgo. Está filmado. Que conste...
•Director General de Causa en Común.
@japolooteyza