Por L.M Oliveira
Y nunca se triunfa, Orwell tiene razón
cuando dice que todo libro es un fracaso. El de Bloddy Mary se evidenció con mis siguientes novelas. De hecho, y lo dije muchas veces, la estructura casi lineal y el limitado número de personajes de Resaca, la siguiente novela que publiqué, se debió, en buena medida a que Bloody mary se me salió de control.
Es decir, sabía lo que quería y no lo
conseguí. De esto último me di cuenta con el paso del tiempo, cuando la alegría por aquella primera novela se fue tornando insatisfacción. Al escribir otras novelas relucieron las malas decisiones que tomé en Bloody mary, inexpertas.
Al releerla resultó innegable que estaba llena de pasajes escritos con una
prosa cursi y aburrida. Ojo, no estaba sólo en esto, vean lo que le sucedía a Orwell: “al mirar retrospectivamente mi trabajo, me doy cuenta de que, invariablemente, cuando no tuve un propósito político, escribí libros carentes de vida y fui traicionado por todo tipo de embustes como pasajes rosas, adjetivos de ornato, oraciones que no tenían significado”.
Así Bloody Mary: llena de pasajes rosas, adjetivos de ornato, oraciones que
no tenían significado. Aunque claro, yo nunca tuve un propósito político, no explícito. También descubrí que habitaban la novela muchos personajes inútiles, que aparecían en los capítulos como aparecen personas desconocidas, porque pasaban por ahí, en las fotos que los turistas tomamos en parques y plazas. No tengo claro si todo personaje debe aparecer por un motivo, pero sospecho que sí, aunque los motivos sean ínfimos.