La renovación en la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que deberá ser avalada por el Senado de la República y estar lista antes del 15 de noviembre, es ya un proceso complicado, pues los legisladores tienen, por el momento, un listado de 57 candidatos, entre los que destacan Arturo de Jesús Peimbert y Rosario Piedra Ibarra, pero, sobre todo por la pretendida intervención del padre Alejandro Solalinde para inclinar la balanza en favor de su candidata, Elizabeth Lara Rodríguez.
Desde hace tiempo, la ética del padre Solalinde ha sido cuestionada
por su doble papel de defensor de los migrantes y de vocero extraoficial del actual Gobierno federal, señalamiento compartido, entre otras voces, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que hablan de una sensación de abandono, de traición, de distancia por parte del cura.
Solalinde tiene varias caras que saca a su conveniencia.
Alejandro Solalinde ha protagonizado situaciones que ponen en
entredicho su autoridad ética, como cuando se enfrentó al obispo de Veracruz, Luis Felipe Gallardo, por un “asunto de coherencia de fe”, como lo calificó el prelado, toda vez que aseguró que Solalinde ha tratado de descalificar a los obispos que, según él, no hacen nada por los migrantes, cuando la diócesis dispone en la zona de los denominados albergues guadalupanos.
Elizabeth Lara Rodríguez es originaria de Loma Bonita, Oaxaca, hija
de campesinos, egresada de la Universidad de Veracruz, con maestría en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, y un diplomado
por la Universidad de Salamanca, España.
Durante su trayectoria pública, ha colaborado en la defensa de migrantes refugiados en el albergue Hermanos del Camino de Ciudad Ixtepec,
y fungió como representante de la CNDH para evitar que los migrantes sean agredidos durante su paso hacia Estados Unidos, factores que podrían favorecer su nombramiento, pero lo que resulta inadmisible es que
Solalinde pretenda el apoyo de instancias superiores en favor de su causa.
La defensa de los derechos humanos es una acción que reclama del
apoyo y participación responsable de todos los sectores de la población, pero, para cumplir sus facultades, la CNDH debe gozar de plena autonomía de gestión, pues su objetivo esencial es la protección, observancia, promoción, estudio y divulgación de los derechos humanos, meta inalcanzable cuando existe un vínculo de dependencia, sea cual sea éste.
De lograr “un beneplácito anticipado”, Lara Rodríguez, como sucesora
de Luis Raúl González Pérez, carecería de la credibilidad que esa función reclama, pues el ombudsperson es responsable de vigilar que los derechos de los ciudadanos no sean avasallados por el Estado, es garantizar el respeto de los derechos de cada individuo en el marco de cualquier tipo de acción judicial, administrativa, burocrática o de otra índole.
El Senado de la República se enfrenta a un asunto mucho muy delicado, pues tiene el compromiso de garantizar que la CNDH no se convierta
en juez y parte de los procesos de su competencia.
•Egresada de la escuela de PCSG. Exdiputada constituyente.
Defensora de los animales y fundadora de "Ángeles Abandonados".