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El mes de noviembre concluyó, en Honduras, con el asesinato de otro periodista. El cuarto ocurrido en este 2019. La violencia contra periodistas es otra de las aristas de la compleja crisis hondureña en la que se combinan impunidad, corrupción y narcotráfico.
El periodista José Arita conducía el programa "La hora de la verdad" en Puerto Visión de Canal 12 en la ciudad de Puerto Cortés, al norte del país. Poco después de abandonar la sede del medio de comunicación, la noche del 25 de noviembre, fue interceptado aparentemente por sicarios que le dispararon de forma repetida.
Organizaciones como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el Comité de Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) demandaron respuestas de las autoridades y recordaron que los anteriores asesinatos de periodistas en el país centroamericano han quedado impunes.
Honduras, con algo más de nueve millones de habitantes, ha figurado en la prensa internacional este año, además del asesinato de periodistas, por las protestas de la sociedad civil en contra del gobierno de Juan Orlando Hernández Alvarado y las imputaciones por narcotráfico en Estados Unidos que involucraron al hermano del jefe de Estado.
Este país parece estar atravesado por tres grandes problemas, que se entrecruzan entre sí. El problema de la impunidad, el problema de la corrupción y el problema del narcotráfico.
En octubre pasado, el sistema político hondureño vivió un seísmo cuando Juan Antonio Hernández, hermano del actual presidente, fue declarado culpable en Nueva York de los cuatro cargos que presentó el Departamento de Justicia de los Estados Unidos por narcotráfico. La sentencia en contra del hermano del mandatario se conocerá el 17 de enero.
“Por Honduras pasa, desde hace una década, la mayor parte de la cocaína que ingresa a Estados Unidos. Si Colombia y Venezuela son los puertos de salida, Honduras es el puente”, sostiene Dada, fundador del emblemático medio digital El Faro, de El Salvador.
Durante el juicio que se le siguió en Nueva York, trascendió que el hermano del presidente recibió un millón de dólares de la mano del antiguo capo de la droga Joaquín El Chapo Guzmán, como aportación a la campaña presidencial de Juan Orlando Hernández Alvarado en 2013, cuando alcanzó la presidencia de Honduras.
El presidente ha quedado seriamente en entredicho. A esta denuncia de presunto financiamiento del narcotráfico se suma un descontento de origen que prevalece entre los hondureños, que tiene su origen en la forma en la que Hernández Alvarado manipuló a la Corte Suprema de Justicia para lograr su reelección hace dos años, pese a que expresamente la Constitución de Honduras lo prohíbe.
Desde junio se vienen registrando oleadas de protestas callejeras en Honduras, muestra del malestar social. Mientras tanto, el presidente apuesta a ganar tiempo en el poder y se resguarda en los militares.
Honduras vive su peor crisis de gobernabilidad desde que se instauró la democracia, hace tres décadas.