Un crimen de odio, uno más dentro de los cientos de incidentes que se desataron desde que Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos.
Si desde el poder se insiste en catalogar de enemigos a los inmigrantes, a las minorías, sólo es cuestión de tiempo para que alguien accione armas contra ellos, como ocurrió en un Walmart de El Paso, Texas, la mañana de el sábado.
Patrick Wood Crusius, de 21 años de edad, viajó desde el poblado de Allen hasta la frontera con México. Mil kilómetros de distancia y unas nueve horas de carretera.
Al llegar a Cielo Vista Mall se dirigió al supermercado y accionó su rifle AK-47. Sabía que su objetivo serían hispanos, porque en esos horarios hacen las compras los paseños y los juarenses que cruzan el Río Bravo.
El saldo es de 20 muertos y entre ellos siete mexicanos. Un drama por lo que implica para la comunidad de una de las ciudades más seguras de Texas.
Pero Crusius, quien enfrentará un juicio de pena capital, de acuerdo con los investigadores del caso, no llegó casualmente a El Paso, lo hizo envenenado por los discursos de odio, en los que abreva la ultraderecha estadounidense y que provienen de teorías inspiradas en “El gran reemplazo” y su advertencia de que la América blanca y anglosajona está siendo desplazada por las minorías y en particular por las que provienen de México y de Centro América.
Es el reflejo más silvestre del eslogan de “hacer a América Grande” y que da forma a la narrativa de los ideólogos de la Casa Blanca.
Ahí se encuentra uno de los núcleos del drama y un punto que puede convertirse en no retorno, si no se activan los protocolos de defensa de los migrantes y los resortes de tolerancia que existen y explican a la sociedad en los Estados Unidos, un país fundado por personas llegadas de otras tierras.
Para el Gobierno mexicano y en particular para la cancillería, será un desafío el ir enfrentado este tipo de situaciones, las que pueden aumentar en un periodo electoral y en el que Trump apelará a su base social y los grupos que la conforman en la periferia.
Más vale que aquilatemos los peligros que se corren, que acechan a nuestros paisanos, y que tienen que ver con el avance de conductas que, por su violencia, racismo e intolerancia, se encuentran en los linderos del fascismo, sí, de ese populismo totalitario que se expande como una nube negra.
De ahí vienen personajes como Crusius, que son producto de las restricciones educativas, las privaciones económicas y la voracidad de los políticos, quienes de modo irresponsable alimentan la radicalidad sin importar las consecuencias.
•Twitter: @jandradej