Por Martha Rojas
Martha.rojas@contrareplica.mx
La surcoreana Cho Nam-joo, se ha convertido en uno de los referentes de la literatura feminista asiática y en un éxito de ventas con su reciente novela Kim Ji-young, nacida en 1982, su primera novela traducida al español bajo el sello de Alfaguara.
La novela aborda la historia de Kim Ji-young, una joven nacida a principios de la década de los 80 en Seúl. El año corresponde a lo que sociológicamente se entiende como la última fase de la Generación X y el auge de los denominados Millenial. Como tantos de ellos, Kim no sólo se enfrenta al cambio de generación y paradigma tecnológico, sino a un cambio en la estructura social, en el que miles de mujeres se han aferrado a romper los prejuicios sociales que las colocaban como amas de casa y amantes pasivas.
La novela traza, página a página, el nacimiento y desarrollo de Kim en el seno de una familia tradicional surcoreana.
Ir a la escuela, trabajar e incluso casarse se vuelven una decisión que Kim asume con las dudas propias de la incredulidad y el rechazo. Aunque el libro plantea cada una de las batallas de Kim por hacerse de un lugar propio en la estructura familiar y parental de una Corea de principios de milenio, el libro también es un planteamiento a distancia acerca de lo que las mujeres, como personas y sujetos de la experiencia, pueden aceptar o en lo que pueden disentir.
En un llamado a reflexionar la identidad de cada mujer. Las decisiones personales a las que cada una se enfrenta cuando decide ser esposa y madre y por el contrario cuando decide ser soltera y profesionista.
El auge del feminismo, que mediáticamente inició en 2017 con la publicación de varios reportajes de The New York Times y Aossciated Press en los que se señaló a poderosas figuras del entretenimiento como acosadores o violadores, desató una oleada de manifestaciones a favor del papel de las mujeres en las sociedades contemporáneas.
Trabajo, maternidad estudios… forman parte de una agenda en la que a veces ni las propias feministas se ponen de acuerdo aunque todas coincidan en la necesidad de reivindicar su derecho a decidir sobre su cuerpo, sus emociones y su placer.
En esta novela de poco más de 150 páginas se narra la vida de una surcoreana, que podría ser mexicana o somalí, al final una mujer cuyo género representa, desde su nacimiento, una condena.
"Desde un principio deseé que la novela llegase y conmoviese al mayor número de mujeres posible. Por eso, tomé como referencia experiencias contadas por mujeres en foros de internet y también de reportajes, entrevistas o libros sobre la vida y trabajo de diversas mujeres.
“Mi intención era hablar de esa generación, de esas mujeres que debido a esa brecha precisamente se sienten aún más derrotadas y confusas. Algunos dicen que la realidad de la mujer ha mejorado muchísimo respecto al pasado y destacan solo ese lado. Pero el hecho de mejorar no significa que el problema esté solucionado, de ahí que nadie pueda decirle al sujeto que lo padece que se aguante y se conforme. Creo que los surcoreanos, sobre todo las mujeres, estamos atravesando un momento muy importante. Somos más activas. Estamos en las calles protestando. Y eso está provocando cambios positivos. El protagonismo de la mujer está creciendo en la literatura y en la cultura en general, mientras que las imágenes o mensajes sexistas y discriminatorios disminuyen”, aseveró la escritora en una reciente entrevista a la agencia EFE .
Aunque la historia tiene tintes autobiográficos