Lo políticamente correcto y la libertad de expresión

Lo anterior, confrontó ideologías que pretendían proteger de agresiones a determinados grupos sociales o comunidades, ante ideologías que subrayaban que democratizar el lenguaje sería autoritario, basándose justamente en que la libertad no puede contravenir al derecho de las personas a ser sexistas, homofóbicas, o no incluyentes.

En este orden de ideas, cabe reflexionar sobre la falta de definición absoluta que existe sobre lo que define “¿qué es políticamente correcto?”; sin embargo, es útil precisar que la noción está profundamente asociada al contexto y momento del que se trata. En este sentido, nos estaríamos refiriendo no a la actuación o a la expresión puntualmente de lo que se piensa, sino de lo que, para el contexto, resulte conveniente.

Ahora bien, cuando se pone el acento en el uso del lenguaje, asociándolo así a determinada práctica social discriminatoria que se pretende evidenciar, y por ello expresar de una manera más ecuánime o sutil, es importante que no se utilice simplemente con fines estéticos, sino que proponga, un cambio de actitud de una u otra política pública. Un ejemplo de esto recae en el uso del lenguaje incluyente, que si bien es capaz de transformar una realidad (en lugar de “los hombres” decir “la humanidad”) en el abuso de los detalles en la definición, ésta puede no lograr el fin deseado.

En este sentido, lo políticamente correcto funciona como un sistema de corrección, al tiempo que destapa capas de grave tolerancia y logra visibilizar en los hechos problemas de estructura social.

En cuanto a la libertad de expresión y cómo ésta se enfrenta a lo descrito como “políticamente correcto”, tenemos una delgada, pero clara línea: el respeto y los límites propios de ese derecho.

La libertad de expresión asegura el derecho de buscar, recibir y difundir el pensamiento propio, este mismo derecho topa con límites claramente establecidos relacionados con la vida privada, la intimidad, el honor, y la moral, entre otros.

Es por lo anterior, que ninguno de ambos conceptos se encuentra enfrentado con el otro, sino que complementan el derecho a poder expresar lo que se piensa, con la posibilidad de no desarmonizar el contexto o momento en el que dicha expresión se lleve a cabo, agregando a esto, la carga valorativa que lo expresado de manera políticamente correcta puede lograr modificar socialmente.

Flor de Loto: “La realidad simplemente es, más allá de los juicios que hagamos sobre ella”.

Especialista en Derecho Constitucional

y derechos humanos