Los partidos de los que más se está hablando en las últimas 2 jornadas, han sido los Clásicos. Las goleadas de escándalo que se han presentado, además de los ecos alrededor, nos hacen echarnos para atrás en el discurso ese que algunos defienden, de que dichos partidos están desgastados y hay que dar paso a nuevas rivalidades, lo que está muy alejado de la realidad.
Han pasado 4 días y se sigue hablando
de todo lo que dejó el Clásico Joven. Que si la goleada inesperada, que si cambian las realidades de ambos equipos, antes y después del partido, que si lo de América era espejismo, o si Cruz azul ya despertó. En fin, han dado mucho de qué platicar y son análisis que se ponen sabrosos, y todo ello, es gracias al impacto que tradicionalmente tienen estos partidos en nuestra Liga.
Es verdad que hay rachas en las que
un equipo puede ser dominante mucho tiempo, o al menos destacar por encima del resto, como por ejemplo, el América, en comparación con Chivas, Cruz Azul y Pumas, durante la última década. El resultado del fin de semana fue un contundente golpe sobre la mesa que reafirma que estos encuentros sí son diferentes y las estadísticas en ellos no cuentan.
Para reforzar este tema vale la pena recordar que veníamos de otro la semana anterior, el Clásico Nacional, que por cierto, se supone que tiene la mayor rivalidad de nuestro futbol y aunque en los últimos años la balanza se ha cargado hacia un solo lado, eso jamás hará que se deje de ver a ese partido como uno diferente, uno especial y muy importante.
Tan es así, que, como suele ocurrir,
pese a que Águilas y Chivas venían de tener actividad a media semana, hasta con malos resultados incluso, eso no evitó que se hablara de su enfrentamiento en el Estadio Azteca, hasta con una semana de antelación.
Claro, ahí no hubo sorpresas y ganó el
favorito, pero lejos de opacar un choque que el ideal nos pinta como “parejo” y de “poder a poder”, abona para una rivalidad que se seguirá enriqueciendo con los años.
Goleadas ha habido muchas a favor y en
contra de ambos, y eso no significa que porque uno no sea rival digno en un duelo, le quite ese estatus tan especial a estos enfrentamientos.
Son goleadas de las que se hablará por
mucho tiempo, porque son episodios especiales dentro de estas rivalidades que permanecerán vivas en nuestro futbol muchísimos años más.
Una cosa es cierta y no la voy a negar,
factores como las pobres entradas a los estadios o el hecho de que hay otros partidos que han crecido en interés, en los últimos tiempos, son una realidad digna de análisis. Pero creo que a estas alturas de nuestra historia, será complicado reemplazar a duelos que se han considerado como trascendentales desde hace 60 o 70 años.
Los Clásicos de nuestro futbol están
más vivos que nunca y no hay por qué andarles buscando reemplazo.
•Periodista y analista deportivo
alex.lindoro@gmail.com/@AlexLindoro