Cuando estaba cursando la maestría en Inglaterra, tuve oportunidad de colaborar casi dos años con el partido laborista británico. Aprendí a admirar el sistema británico, la civilidad e inteligencia de sus políticos, la ética y capacidad para ofrecer un debate de los grupos gobernantes en ambos partidos. Hoy no se nota nada de eso.
Muchos decían que el peor Primer Ministro británico era David Cameron, pues por un afán de popularidad partidista, convocó al referéndum más desastroso de la historia. Parece que el título de peor Primer Ministro está a punto de arrebatárselo Theresa May. El miércoles en la noche May ofreció a su partido y al Parlamento renunciar al cargo a cambio de que aprueben su propuesta de Brexit.
Su gobierno estuvo plagado de fracasos en todos los terrenos: económicos, políticos, sociales, de política exterior, etcétera. De acuerdo con Polly Toynbee, los ciudadanos del Reino Unido no solamente viven peor y tienen indicadores sociales más negativos que cuando May llegó, sino que enfrentan el problema de una posible ruptura del reino. Escocia e Irlanda están considerando la pertinencia de permanecer en el Reino Unido si éste va a separarse de la Unión Europea.
Más grave aún, la renuncia de Theresa May abre necesariamente la pregunta sobre su sucesor. Escoja usted. En su propio partido, el conservador, pintan tres candidatos. El secretario de Exteriores Jeremy Hunt, quien opina que la Unión Europea es equivalente a la Unión Soviética. El secretario del Interior Sajid Javid será recordado como el hombre que le negó autorización para regresar al Reino Unido a una mujer que se convirtió al Islam en Siria. Finalmente, el polifacético y estrafalario Boris Johnson. Ya he contado en otra ocasión cómo conocí a Johnson. Hombre de inteligencia y cultura superior al promedio (autor de una notable biografía de Winston Churchill, traductor de los clásicos grecorromanos) es también un demagogo rabioso y propenso a los caprichos infantiles. Johnson ha declarado, con sensibilidad y elegancia nulas, que gastar presupuesto del gobierno en combatir el abuso sexual contra menores es “dinero eyaculado en la pared”. Algunos parlamentarios conservadores dicen estar dispuestos a renunciar si Johnson llega al poder para evitar su ego insufrible y sus malas maneras.
Del otro lado no pinta mejor. El partido laborista es dirigido en la actualidad por Jeremy Corbyn, un trotskista acusado de antisemitismo que considera a Fidel Castro y Hugo Chávez grandes gobernantes. También lo escuché hablar alguna vez durante mi estancia en el Reino Unido. Corbyn expresaba dudas de que Inglaterra hubiera apoyado al bando adecuado durante la guerra fría. Según él, la Unión Soviética era el aliado correcto. Fareed Zakaria escribió en el Washington Post que el brexit supone el fin del Reino Unido como referente político mundial. Así parece.
•Internacionalista y analista político:
@avila_raudel