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Manifestaciones

Manifestaciones

Columnas martes 07 de mayo de 2019 -

El domingo se produjeron manifestaciones en la Ciudad de México y otras ciudades del país en oposición al Gobierno obradorista. Lo expreso así de impreciso, de oposición, porque no estaba muy claro cuáles eran las banderas por defender o las exigencias específicas de quienes marcharon. Por primera vez, el Presidente de México no descalificó a sus detractores, sino que les reconoció su derecho a manifestarse. Dos expresidentes mexicanos (ambos emanados del PAN) quisieron colgarse de las marchas para avanzar sus propias causas. Lo llamativo fue la falta de posicionamiento o participación oficial de los partidos de oposición en el poder legislativo. Ningún pronunciamiento de los presidentes de esos institutos políticos sobre lo acontecido el fin de semana.

Por otro lado, están las pancartas, de las que los amanuenses y simpatizantes del Gobierno se han burlado hasta el cansancio. Ridiculizan continuamente la manifestación y dicen que no tuvo importancia, pero uno se pregunta entonces porqué le prestaron tanta atención. Si la manifestación no tuvo trascendencia, ¿a qué seguir hablando de ella? De parte de los organizadores de la protesta, me hubiera gustado ver una agenda de contornos más precisos. Está muy bien que se organicen y marchen, pero falta articular una lista de temas demandables y presentables ante la opinión pública y el Gobierno.

El artículo de Luis Rubio el mismo domingo en el diario Reforma aporta claves significativas. Los temas económicos que tienen nerviosa a una parte de la población son minimizados todos los días en el discurso oficial. Si se cae la inversión, el turismo o el mismo PIB (como ya evidenció el Inegi), se dice que son exageraciones. Si aumenta el desempleo y se anuncian todavía más despidos en el sector público, se descalifica la inquietud por su procedencia supuestamente conservadora, fifí, hipócrita y todos los epítetos que le pone AMLO a sus oponentes.

La integración de una agenda económica mínima, así como defensa de algunas instituciones políticas (autonomía del poder judicial, del INE, etcétera) podría conformar una plataforma de arranque para nuevas organizaciones sociales y aspirantes a participar en la vida pública. Es pronto para exigir resultados del nuevo Gobierno, sí. No es pronto para demandar claridad en las estrategias y éstas no se ven por ningún lado, como se aprecia en el Plan Nacional de Desarrollo. Proyectos de políticas específicas con metas cuantificables y evaluables no hay. La retórica ha desplazado los criterios técnicos y el profesionalismo administrativo.

Los manifestantes podrían exigir una condena más vigorosa del régimen de Maduro en la política exterior, por ejemplo. O defender los espacios de Gobierno de los estados frente a la intrusión de los súper delegados. Mientras siga siendo un ejercicio de indignación sin liderazgos, agenda concreta y con peticiones absurdas como la renuncia presidencial, las marchas no desembocarán en mejoramiento sensible de nuestra vida pública.

•Internacionalista y analista político:
@avila_raudel


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