Mercados de carbono

La comunidad internacional ha avanzado de manera considerable en adquirir compromisos en la lucha del cambio climático y la conservación de los ecosistemas, como por ejemplo con la Convención Marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el Protocolo de Kioto y el Acuerdo de Paris.

Directamente ligado con el cambio climático y la degradación ambiental están los modelos de producción y de industrialización. Los actuales procesos de producción se han traducido en la generación desmedida de contaminantes. La globalización y las cadenas globales de valor, donde empresas buscan localizar su producción donde les sea más competitivo, ha provocado que esta generación de contaminantes se transfiera de países desarrollados hacia aquellos menos desarrollados. Si bien estas inversiones traen consigo capital, empleos y transferencia de tecnología, también generan externalidades negativas que muchas veces resultan irreparables.

En un intento por atacar este problema, varios países han empezado a implementar esquemas de comercio de derechos de emisiones de carbono o también llamados mercados de carbono. Mediante estos esquemas, los productores reciben cierta cantidad de permisos que equivalen a emitir un número determinado de CO2 en la atmósfera. Si la empresa requiere más permisos, porque está generando más contaminantes, tendría que comprárselos a otra empresa que no los necesita.

Alrededor de 55 países del mundo cuentan ya con este tipo de esquemas, desde Estados Unidos, la Unión Europea y China que es uno de los países que reporta mayores emisiones de carbono a la atmósfera. Uno de los primeros esquemas fue el que se implementó en el 2013 en California y desde entonces las emisiones de CO2 se han reducido en un 2 por ciento anual.

Mexico también ha empezado a implementar estos esquemas dando seguimiento a compromisos adquiridos en la COP 21, celebrada en París en el 2015. En esa ocasión, Mexico se comprometió a lograr la reducción de emisiones de carbono mediante la introducción de un esquema de mercado de carbono en donde las industrias se verían forzada en hace uso de energías renovables para su producción, de lo contrario, tendrían que pagar por los contaminantes que produzcan.

Poco se ha hablado del programa piloto que en el 2016 la SEMARNAT puso en marcha para que empresas se sumaran al programa de forma voluntaria. A propósito de esta fecha, valdría la pena indagar como va el nuevo gobierno de México en sus políticas al respecto.

•Postgraduada en la Universidad de Barcelona, y de

Harvard. Especialista en finanzas internacionales