Este próximo miércoles, los cristianos hacemos memoria de la segunda celebración más grande de nuestra fe, a saber que Jesús, el Verbo Eterno de Dios, engendrado en el seno virginal de María por obra del Espíritu Santo, se hace carne y nace en medio de nosotros.
La palabra Navidad que proviene del latín significa nacimiento; es decir, que la Navidad no es otra cosa sino la celebración del nacimiento de Jesús, por lo tanto, celebrarla sin poner a Cristo en el centro es tan absurdo y ridículo como celebrar el cumpleaños de alguien en su ausencia, sin Jesús al centro de esta fiesta pierde su sentido real y profundo y se convierte en una celebración frívola, vacía y absurda.
La Navidad no es una fiesta familiar, ni de fraternidad y buenos deseos y sentimientos, es una celebración de fe, y los Cristianos no debemos permitir que la frivolidad, el consumismo o la superficialidad nos la roben. Si en esta fiesta celebramos el nacimiento de Jesús, que por cierto, nace en extrema pobreza, pero rodeado del amor de María y José, y reconocido por unos pobres pastores, nada más contraria a ella que los excesos de los regalos, de la comida, de la bebida, del consumismo que contradice este humilde acontecimiento y que se hace insensible a la necesidad de tantos hermanos necesitados que no tienen ni lo mínimo, y que bien haríamos como regalo al niño pobre que nace en Belén compartir con ellos aquello, mucho o poco que tenemos, imitando a Aquel que siendo rico, se hizo pobre por nosotros.
No hay Navidad sin Cristo en medio, no hay Navidad sin caridad generosa y alegre, no hay Navidad sin la humildad que nos lleva al perdón y la reconciliación, no hay Navidad si no abrimos nuestro corazón a Jesús para que venga a nacer en nuestra pobreza espiritual que tanta necesidad tiene de el.
Atrévete a vivir una Navidad diferente, a poner a Jesús en el centro de tu corazón, de tu familia y tu casa; que el adorno más bello sea tu caridad y tu bondad, acuérdate que Dios jamás se deja ganar en generosidad.
Reconcíliate con Dios y con tus hermanos, ten presente que más importante que la convivencia familiar es la celebración de la Santa Misa en la que hacemos presente el gran misterio del nacimiento del Hijo de Dios, que vino para salvarnos, pues el nombre de Jesús revela su misión: “Dios salva”, y solo salva al que se siente miserable, pequeño y pecador, necesitado de amor y salvación.
Feliz fiesta del nacimiento de Cristo y Dios los bendiga a todos y sus familias.