POR MARTHA ROJAS
Este viernes Radio Big Band cumplirá 280 emisiones al aire difundiendo la ciencia y la tecnología. Hoy, su permanencia está asegurada, pero su futuro es incierto.
El programa que conducen Leonardo Ferrera y Bárbara Schettino es uno de los 18 que se vieron amenazados por el recorte de 10 por ciento que el Congreso aprobó en el presupuesto asignado al Instituto Mexicano de la Radio (IMER).
Bajo ese esquema peligraba el empleo de cerca de 240 trabajadores, entre freelance y prestadores de servicio bajo honorarios asimilables. Finalmente, la Secretaría de Educación Pública y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público accedieron a liberar 19.3 millones de pesos que el instituto necesita para cubrir los salarios y los costes de la programación, sin embargo la petición de tener 27 millones adicionales para generar y mantener nuevos contenidos quedó en el limbo.
La pregunta ahora se centra en ¿qué tipo de radio pública necesitamos?
“Las personas que trabajan en el IMER son sumamente preparadas. Son académicos, productores, guionistas, divulgadores de la ciencia. La gente trabajadora es la que ha hecho que Opus o Reactor estén entre las más escuchadas.
Y creo que la misión principal de una radio pública es darle voz a los que no la tienen. Encontrar un nicho para hablar de ciencia y cultura es muy difícil y el IMER nos abrió la puerta. Necesitamos medios que nos hagan pensar. La educación es básica para que un país se desarrolle, que sus ciudadanos piensen, se informen, conozcan, cuestionen y entiendan. Eso es lo que intentamos hacer en el IMER, contribuir con nuestro pequeño granito de arena”, asegura a ContraRéplica la locutora Bárbara Schettino.
El 30 de noviembre de 2018, el Presidente Andrés Manuel López Obrador se comprometió a reformar la mecánica administrativa de los medios de comunicación del Estado, lo cual incluye a Notimex y por supuesto al IMER, que opera con 10 estaciones permisionadas y siete concesionadas.
Cuando el Presidente propuso la creación un sistema de medios similar al de la British Broadcasting Corporation (BBC) o el de la Radiotelevisión Española (RTVE) olvidó que en el país ya existe el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, aunque a diferencia de sus símiles en Gran Bretaña o España, carece de autonomía.
A diferencia de los países europeos en los que los medios estatales se financian, en su mayor parte por una partida gubernamental y por impuestos que pagan sus propios ciudadanos o compañías de medios privados, los contenidos y trabajadores del IMER dependen del presupuesto que les asigna el gobierno y las pocas (siete) estaciones concesionadas.
La calidad de los contenidos de varias estaciones del instituto no están a discusión para el radioescucha, como lo revela la encuestadora INRA, pues unas 142 mil 713 personas escucharon tan sólo en mayo Reactor 105. 7 FM, que tiene un rating de 0.142; las críticas, por Twitter o Facebook no se hicieron espera en cuanto se supo que varios programas podrían salir del aire.
Es por ello que el Estado y los ciudadanos no sólo deben garantizar un modelo transparente, con contenidos educativos, culturales y plurales, también deben asegurarse de que éste sea accesible y de interés público. Un modelo, que como lo dijo Schettino, nos haga pensar.