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No confio en la vida sin Literatura y no me imagino sin ser Escritor

No confio en la vida sin Literatura y no me imagino sin ser Escritor

Entornos miércoles 15 de mayo de 2019 -

POR ENRIQUE POCATERRA

El nombre de Ray Loriga resuena en los círculos literarios en varias versiones: la del escritor cuya primera novela Lo peor de todo (1992) rompió con la costumbre de narrar la España posfranquista; la del rockstar, quien en su segunda novela, Héroes (1994) hizo de la música, en especial la de David Bowie, varios himnos, leídos y cantados, tanto por adolescentes como adultos, todos lectores. También se habla del Loriga de ciencia ficción, quien en Tokio ya no nos quiere (1999) escribió que “la memoria es el perro más estúpido, le lanzas un palo y te trae cualquier otras cosa”.

Y quizás sea todos ésos. Loriga ganó el Premio Alfaguara de Novela con Rendición (2017) y en entrevista exclusiva para ContraRéplica cuenta que escribió su última obra, Sábado, domingo (Alfaguara, 2019) al mismo tiempo que el escrito galardonado.

En Sábado, domingo vuelve tanto a la memoria de los años de la adolescencia, como a una voz adulta, reflexiva y sosegada. Cuenta la historia de Federico y El Chino, dos amigos adolescentes, el último mas seductor que el primero, quienes en un Vips a las afueras de Madrid, conocen a Fernanda, una camarera latinoamericana, a la que El Chino seduce, yéndose de fiesta hasta el día después, cuando todo parece indicar que la velada acabó en fatalidad. Federico narra aquello a finales d la década de 1980 y retoma la historia 25 años después, tiempo suficiente para que el tiempo llegue para ajustar las cuentas del pasado.

Tras una breve estancia en la Ciudad de México, Loriga habló sobre el ensayo de Peter Hadke en busca de rocolas y de su último libro. Suelen preguntarte por tu escritura en torno a la adolescencia y a la música. Te pregunto lo contrario: ¿Qué se siente tener 52 años y haber vuelto en la primera parte de la novela a la voz adolescente de tus primeros años?

Contar una historia a dos voces que pertenecen a la misma persona y fuesen diferentes. La historia de Federico, El Chino y Fernanda que acaba mal, es lo que persigue al personaje.

¿Hay algo personal en esa historia?

Nada. Aunque lo que sí ocurrió fue que en una ocasión, en la terraza de algún Vips de Madrid, vi a dos jovencitos, echándole los perros a una camarera muy maja, muy guapa. Eran dos gallitos seductores, de esos que ni son hombres todavía. Y cuando la mujer se iba, los dos se frotaron las manos para ir tras ella, y yo pensé “¿Estos imbéciles qué?” (risas) luego me fui y no supe mas, pero si me quedé pensando “¿qué habrá pasado con estos dos idiotas”?

El también guionista y director de cine español afirma que, aunque “las tribulaciones de los personajes, nada tienen que ver con su historia”, reconoce que los pasajes de Sábado, domingo emulan a los de su adolescencia.

“Las localizaciones y el entorno donde ocurre la primera parte de la historia, son parecidos a los sitios y las amistades con las que me crie. Gente, conocidos de varios colegios”, precisó.

Para Loriga, el reto de Sábado, domingo fue lograr contar una historia a dos voces.

“Contrastar esas dos voces fue la parte más interesante. Conseguir que dentro de esa segunda voz hubiese algo de la primera, pero con ese sedimento y limadura del tiempo que ha pasado. Esa coma que en la historia representa nada más y nada menos que 25 años”.

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IM/CR

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