Noticia de un secuestro

Zambrano no se entregó. No había una orden de detención, no estaba incurso en una causa judicial y además siendo diputado goza de inmunidad parlamentaria. Según la Constitución que aprobara Hugo Chávez hace dos décadas, y que al menos en letra sigue vigente, debe ocurrir un antejuicio previamente para poder procesar judicialmente a un legislador en Venezuela.

Tal cosa no había ocurrido. Zambrano se atrincheró en su vehículo. Sin exagerar podríamos decir que ocurrió un secuestro. Efectivos del SEBIN acordaron al carro de Zambrano y mandaron a llamar a una grúa.

Remolcado su vehículo, con él dentro, Zambrano fue llevado finalmente a las instalaciones de la policía política de Maduro.

Este martes 17, en horas de la noche, Edgard Zambrano fue excarcelado. Algunos medios internacionales y venezolanos titularon que había

sido liberado, pero excarcelación no siempre es sinónimo de libertad.

El diputado no podrá salir de Venezuela y tiene que concurrir ante un juez cada 30 días. Y esto sin que se haya acusado formalmente de sin que haya en términos objetivos un proceso en su contra.

No hay otra manera de llamarlo. Zambrano ha sido víctima de un secuestro.

En su primera declaración, tras salir de prisión, Zambrano fue enfático: “No sufro del síndrome de Estocolmo, no agradezco ni a mí secuestradores, ni a ninguna seudo-oposición mi liberación, porque no he cometido delito alguno, fui secuestrado y casi aniquilado humanamente por este régimen por sólo pensar distinto. Agradezco a Dios la fortaleza que me dio, a Venezuela por su solidaridad y a mis compañeros de la AN por su apoyo humano y moral”.

Factores políticos con los que el chavismo firmó un “gran acuerdo nacional”, para dar la imagen de que hay un diálogo con la oposición, se atribuyeron las gestiones para la liberación de Zambrano. En ese contexto debe leerse el mensaje del diputado, quien por su condición de vicepresidente de la Asamblea Nacional, mantiene una relación y cooperación cercana con el presidente del ente Juan Guaidó.

El caso de Zambrano simboliza lo que ha denunciado la alta comisionada de derechos Humanos, Michelle Bachelet, como persecución contra diputados por el régimen de Nicolás Maduro. Son 30 diputados opositores electos por el voto popular están detenidos, escondidos o exiliados. Ha sido una clara estrategia del régimen para disminuir, sin cerrarla del todo, a la Asamblea Nacional que con Guaidó a la cabeza es el único poder legítimo que reconocen más de países democráticos de Occidente.

Los actores políticos con los que el chavismo firmó un acuerdo el pasado lunes, solicitaron al régimen la liberación de presos políticos. Al 15 de septiembre, según la organización no gubernamental Foro Penal, existían 478 presos políticos en Venezuela.

Al salir del centro de detención, en instalaciones militares, Zambrano aseguró que antes de salir fue notificado que serían liberados en breve otros 50 detenidos por razones políticas, pero dijo desconocer más detalles.

Zambrano, por otro lado, confirmó que los generales Miguel Rodríguez Torres y Raúl Baduel, otrora cercanos colaboradores de Hugo Chávez, están “prácticamente en cautiverio como animales” en las mismas instalaciones militares en las que él estuvo preso.

El diputado fue secuestrado, tan ilegal fue su detención que terminó siendo un suerte de trofeo político que exhiben como les ha llamado él mismo, una “seudo-oposición”. La oposición obediente, otro capítulo en esta saga llamada chavismo.

• Periodista e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello,

en Caracas.@infocracia