Son otros tiempos definitivamente. La discusión es sana y la transparencia es el mejor antídoto contra intrigas palaciegas y tentaciones complotadoras. Resulta positivo para la vida política que los desencuentros entre personajes de un mismo equipo se conozcan y se valoren en su justa dimensión. Andrés Manuel López Obrador celebra que se abra la discusión, que se sepan los pormenores de las diferencias dentro de su gabinete, por qué renuncian e incluso por qué podrían ocurrir más dimisiones.
Si nos atenemos a lo dicho por el presidente, el ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, le propuso renunciar el sábado para no provocar efectos en los mercados, y que él le dijo “vámonos”, lo cual sin duda debió ser un trago amargo para el ex responsable de las finanzas públicas, quien era presumido por el jefe del Ejecutivo como un funcionario de primera.
En pronta respuesta López Obrador aceptó que las diferencias que habría tenido Urzúa eran con él y con el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo.
Expuso que el motivo de controversia fue el Plan Nacional de Desarrollo, cuya propuesta no podía aceptar, ya que parecía haber sido redactada por Carstens o Meade; además dijo que fue él quien pidió a Romo definir al responsable de la banca de desarrollo.
Tras las reacciones airadas y críticas a su proceder, Urzúa, luego de haber disparado obuses contra el equipo de AMLO, decidió este fin de semana poner nombres y apellidos a los personajes que aludió en su carta de renuncia.
Entre quienes menciona, además de Romo, están Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública, a quien acusa de desconocer la administración pública, y el director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, a quien considera incapaz de dirigir esa empresa y responsabiliza de poner en riesgo el T-ME e incluso de una posible pérdida de fuente de energía por la disputa con una firma canadiense.
Vale la pena recordar la carta de renuncia a la secretaría particular que hace 15 años le dirigió Alfonso Durazo al presidente Vicente Fox, en la cual advertía de las implicaciones de la incursión de la primera dama en la lista de aspirantes de Acción Nacional a la candidatura presidencial. Durazo consideró que era posible lograr la continuidad del PAN en el poder, pero que no existían, en cambio, condiciones para la candidatura presidencial de Marta Sahagún. El país está preparado para que una mujer llegue a la presidencia de la República, sin embargo, “no está preparado para que el presidente deje a su esposa de presidenta”.
La molestia de Fox fue que Durazo ventilara las aspiraciones presidenciales de Sahagún, lo cual sería de facto una reelección.
La carta de Durazo libró al país de esa aberración política. En esta ocasión, más allá de rencores y venganza, es de desear que de esta “denuncia” surja algo positivo.
•Editor. Actualmente director del portal
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