POR LUCIANO FRANCO
José Narro Robles denunció que “la mascarada para imponer a Alejandro Moreno Cárdenas, Alito, al frente de la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ya comenzó”, y ello, advirtió, amenaza con convertir al tricolor “en un partido satélite del gobierno, puramente testimonial o marginal, e incluso en riesgo de desaparecer”.
Llamó a evitar “la quiebra moral” del PRI, a no volver a la ruta del pasado, a la época en que la vida del PRI se decidía desde Los Pinos, y a rechazar “la tentación de que ahora esto ocurra desde Palacio Nacional”.
▶ Invitó a los seis aspirantes a la dirigencia a firmar un pacto para declinar el interés de aparecer en alguna boleta de aquí al 2024, es decir, que nadie busque desde la cúpula del PRI la próxima candidatura a la Presidencia de la República.
Con el mayor de los desaseos, añadió, “se incumplió con el acuerdo alcanzado en el Consejo Político Nacional pasado, ya que ahora se pretende incorporar a más de 654 mil personas como nuevos militantes, de los cuales casi el 75 por ciento, 488 mil, procedentes de cinco estados, Coahuila, Campeche, Oaxaca, Ciudad de México y Michoacán, buscan inclinar la balanza en favor de Alito.
Con esta postura firme, similar a que previamente expresaron los también aspirantes Ivonne Ortega y Ulises Ruiz, arrancó la guerra intestina en el PRI, donde, de no corregirse esta tendencia, “las cosas van a terminar mal”, advirtieron los colegas del también ex secretario de Salud.
En un video publicado en sus redes sociales, Narro advirtió que debe asegurarse que el proceso en marcha para renovar el Comité Ejecutivo Nacional del tricolor “no se convierta en la mayor simulación de nuestra historia. El partido no lo merece, y México tampoco”.
El exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aspirante a la dirigencia Revolucionario Institucional, reclamó que en el proceso para elegir nuevo representante nacional priista, “no se están respetando los acuerdos pactados”.
Dijo que se debe tener la certeza de contar con reglas justas, equitativas y con jueces neutrales que eviten prácticas indebidas.
“No vaya a ser que se provoque un problema adicional a los que tendremos que resolver, y de pronto tengamos una crisis producto de nuestra incapacidad para escuchar las voces de la realidad, y caer en el error de legalizar la trampa y el acarreo”, manifestó el aspirante.