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Pájaros en la boca regresa con versión ampliada tras 10 años

Pájaros en la boca regresa con versión ampliada tras 10 años

Entornos lunes 01 de julio de 2019 -

POR MARTHA ROJAS

Samanta Schweblin nació en Buenos Aires en 1978. A su 41 años está considerada por la revista británica especializada Granta como una de las mejores escritoras en habla española y recientemente figuró en la lista del prestigioso Man Booker International, galardón que finalmente obtuvo la autora de origen omaní Jokha Al Harthi.

▶ Pero a pesar de no haber ganado la literatura de Samanta Schweblin es poderosa, un poco desconcertante, tenebrosa y original.

Quizá es porque desde El núcleo del disturbio (2002) se hizo a la tarea de trastocar la lógica racional con personajes desobedientes.

Originalmente Pájaros en la boca se publicó en 2009, pero la Editorial Almadía se dio a la tarea de relanzar una versión ampliada que ahora incluye 22 cuentos, seleccionados por la propia Schweblin.

“Los suyos podrían ser los mejores cuentos argentinos de mi generación.

Secos, duros, contundentes”, expresó el Premio Alfaguara de novela 2009, Andrés Neuman. En el segundo volumen del libro hay una premisa clara: lo cotidiano puede ser escalofriante.

El cuento que da título al libro, es el ejercicio claro de cómo lo anormal puede trastocar los más lúcidos y sinceros sentimientos.

Ante el espanto de sus padres, Sara,una adolescente aparentemente normal, devora cada día un pequeño gorrión. Carne cruda con huesos, plumas y sangre incluida en un comportamiento que podría calificarse de un desafío a la credulidad.

Porque si los humanos pueden “comerse” a otros humanos ¿por qué no un pájaro?

Su madre opta por desterrarla del hogar en el que han vivido desde que su padre las dejara, con unas hermosas magnolias pendiendo de la ventana principal. Su padre asqueado por la situación y sin opciones la lleva a su casa pero tras pensar en recluirla en una clínica psiquiátrica, desiste. Le molesta, pero calla.

Lo integra a su rutina. Normaliza esa realidad poco común. Pero en los relatos de Schewblin predomina, como en la realidad, la ambigüedad. Hay una dicotomía imprecisa.
Lo que el miedo transgrede en mí, y lo que transgredo por miedo.

En cada uno de sus veintidós balazos narrativos la narradora retrata los límites a los que podemos vernos expuestos cuando nos sabemos personajes de una ficción que da cuenta de una realidad tragicómica. Una realidad en la que cerramos los ojos y, de repente, tenemos un montón de pájaros en la boca.

La escritora argentina tiene esa cualidad que quizá determina el éxito o no de una narrativa: hacer que sus lectores sientan.

¿Cuál es el límite entre lo normal y lo anormal? Qué sea usted querido lector, quien lo determine.

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YC/CR

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