Hace unos días, uno de los movimientos más representativos reiteró que los cambios sociales pueden surgir como consecuencia de un progreso que con el paso del tiempo se convierte en necesario.
El movimiento feminista es “la respuesta” ante el hartazgo derivado de los índices de
violencia contra las mujeres, lo que refleja la desigualdad y discriminación que se manifiestan en el ámbito cultural, que constituye una parte fundamental del modelo contemporáneo sobre el que se asienta nuestra identidad.
El pasado 16 de agosto, una marcha conformada
en esencia por mujeres se llevó a cabo con la intención de manifestarse en el Paseo de la Reforma. Este movimiento tuvo la finalidad de exigir justicia a las autoridades y crear conciencia en el resto de la sociedad que permanece indiferente; el Ángel de la Independencia fue usado como símbolo y medio de comunicación de una serie de textos, que preservarían la necesidad de su existencia en esta ciudad.
Lo que nos lleva a la reflexión de que el mismo no
es estático, por el contrario; es dinámica y fluyente en la construcción social de un pueblo, el cual con él transcurso del tiempo puede —y debería— cambiar el carácter que lo originó, generando una serie de manifestaciones que conlleva siempre la relación íntima que lo une con un conjunto de valores que le dan sentido a su creación, es decir, su propia identidad.
Bajo esa premisa y de acuerdo con la UNESCO, el
patrimonio cultural en su más amplio sentido es a la vez “un producto y un proceso que suministra a las sociedades un caudal de recursos que se heredan del pasado, se crean en el presente y se transmiten a las generaciones futuras para su beneficio”, generando identidad.
Los monumentos conmemorativos reflejan un
acontecimiento relevante para la memoria histórica; sin embargo, pueden tomar un nuevo cause y sentido en cuanto a ciertas practicas populares en donde se reelabora el mensaje o se rechaza, dándole un nuevo significado como proceso de la afirmación de identidad cultural.
Es entonces, cuando el sentido que da origen a
fenómenos como el que podemos presenciar hoy en día toma fuerza en virtud del propósito que cultiva y revive la memoria a través de sus manifestaciones, ya que sean materiales o no, el carácter ideológico y práctico del movimiento es una situación dinámica que propicia un cambio siempre favorable a la colectividad, implicándonos como seres humanos.
Finalmente, un monumento histórico como el Ángel que algún día conmemoró nuestra Independencia, retoma un nuevo papel al visibilizar la violencia
exacerbada y la inseguridad que viven las mujeres desde hace años, ese es el motivo que debe hacernos sentir realmente indignados como sociedad.
Catedrático de la Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional Autónoma de México.