En las noticias hemos escuchado de manera habitual que hay deslizamientos de taludes (derrumbes) en obras que afectan a la infraestructura urbana como vialidades, drenaje, agua potable y telecomunicaciones, entre otros; además de la afectación social e incertidumbre que genera a los vecinos, se encuentra la parte más dramática, la pérdida de vidas que generalmente son las de los albañiles, esos trabajadores que tienen el salario más bajo, esos trabajadores que mantienen a su familia con gran esfuerzo, esos trabajadores que para los directivos son simples “peones” y que al morir o quedar discapacitados agravan la miseria de México.
Como ejemplos de memoria tenemos muchos, “Carsolandia” Lago Audrómaco, en octubre de 2007; WTC, calle de Chicago, en mayo de 2009; Lomas de Santa Fe, predio La Mexicana, en octubre de 2015; Periférico Sur y Las Flores, en septiembre de 2019, y esta semana en Santo Tomás Ajusco; hay mediáticos cómo el de Artz y otros no mediáticos, pero igual mueren trabajadores.
Es por ello que las Obras y la Protección Civil van estrechamente relacionadas y deben cumplir, de acuerdo a la legislación vigente, tres momentos, el primero, la aprobación del proyecto; es decir, el impacto en materia de riesgo que tiene en la zona para que Seduvi y las alcaldías puedan aprobarlos; el segundo, la obra en sí, que los trabajadores y la operación diaria del proceso constructivo cumpla con todas las normas en materia de seguridad e higiene, y; el tercero, que una vez terminada cumple con todos los estándares para operar de forma segura. En todos esos procesos intervienen los constructores, la autoridad y los peritos o expertos en los que se respalda tanto la autoridad como las constructoras para saber que proceso es el correcto en cada etapa.
El punto más delicado está en los peritos o expertos con los que cuenta la autoridad y las constructoras, los directores responsables de obra (DRO), los corresponsables en seguridad estructural (CSE), los terceros acreditados en protección civil (TAPC) y las unidades verificadoras, entre otros, dependiendo la complejidad de los proyectos; porque es donde recae la responsabilidad de lo que pueda suceder con la obra.
Como punto de mejora debemos considerar una participación más activa por parte de los peritos en la supervisión de las obras, ese debería ser el quehacer cotidiano de su función para dejar de ser simples autorizadores o canales de tramitología, esa sería un gran avance en la Cultura de la Protección Civil; pero sobre todo lo agradecerían esos mexicanos que construyen nuestro país, esos que tenemos olvidados.
EN POSITIVO, esta administración ha dado herramientas jurídicas a los peritos y expertos para que desempeñen con profesionalismo esa gran responsabilidad, el balón está en su cancha.