Pintura digital de Brian Eno, el plato fuerte de la 16 edición del Mutek

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¿Recuerdas el sonido que hacía tu computadora cuando iniciabas Windows 1995? Pues bien, ese es Brian Eno: músico, productor, compositor, multinstrumentista, programador, columnista, pensador y británico. Imposible encriptar a este personaje en una sola etiqueta.

Con él no van mucho las giras ni las grandes parafernalias publicitarias, puede entrar a un bar londinense a media noche y salir sin que nadie le pida una sola selfie. Esta vez llegará a México con su instalación Condenser, una pieza musical que él ha definido como una pintura inmersiva.

Eno es el gran artífice de la etapa dorada de David Bowie, esa que se escribió con tres de las grandes páginas musicales del siglo XX: Low (1977), Heroes (1977) y Lodger (1979). Es además, el icono glam por excelencia y fundador de Roxy Music, banda de culto de la que se habla mucho, pero se conoce poco.

De ahí la relevancia de que este hombre sea el plato fuerte del Festival Internacional de Creatividad Digital MUTEK 2019, que se realizará del 18 al 24 de noviembre en distintas sedes de la Ciudad de México, como el Auditorio BlackBerry, el Parque España, el Domo Digital de Papalote Museo del Niño y Fábrica, un espacio de 18 mil metros cuadrados recuperado de la vieja escena electrónica de los 80, e ideal para sumergirse en una experiencia sonora y digital sin igual.

"Es un honor poder colaborar con la galería FF Projects para presentar uno de los trabajos recientes del maestro Brian Eno. Como es bien sabido, Eno no hace performances desde hace muchos años. Se ha dedicado a desarrollar piezas de arte, producciones y conferencias, por lo que poder ofrecer nuestro espacio (Fábrica) como punto de reflexión de su obra representa una práctica poco usual e innovadora fuera del espacio museográfico", explica en entrevista a ContraRéplica el director y fundador de festival, Damián Romero.

MUTEK es un encuentro vanguardista proveniente de Montreal que explora las infinitas posibilidades del sonido a través de las tecnologías más avanzadas, mediante piezas escénicas-digitales, performances, instalaciones, arte inmersivo y propuestas arriesgadas que transitan entre la música electrónica y las artes digitales.

Es por ello que este foro es el ideal para exhibir el trabajo de Brian Eno, quien es considerado el gran pionero del género ambient. Y es que pocos como él se han aventurado a explorar los límites tecnológicos y estéticos de la creación musical. Eno es el hombre que llevó la música a la frialdad de las computadoras para transformarla en una sonoridad futurista y geométrica que invita a vivir en carne propia una ficción de Philip K. Dick.

“Eno es considerado un visionario y un innovador en muchos campos de la música, es alguien muy preocupado por el resto de las disciplinas artísticas, en especial de las instalaciones. La revolución tecnológica ha cambiado por completo nuestra noción de escuchar, acceder, comunicar y entender la música”, abunda Romero.

Igual que su colega y amigo David Byrne, ex Talking Head, Eno se ha dado a la tarea pensar la música desde las antípodas más rupestres hasta el presente más complejo y vertiginoso. Enemigo de los protagonismos tan recurrentes del mundo pop, prefiere actuar tras bambalinas. Es ahí donde ha encontrado su mayor libertad creativa. En algún momento resumió su vocación: "Lo que más me interesa de hacer música es crear algo que no existe, pero que a mí me gustaría escuchar. En los 70, la música que quería oír aún no había surgido, así que era necesario juntar cosas que sugerían algo nuevo".

Eno cree fervientemente que las grandes ideas —esas que revolucionan las vidas de los hombres— rara vez provienen de los genios solitarios. Por el contrario, dice, emanan de la fuente colectiva, del cerebro social que funciona como una colmena perfecta. Bajo esta idea de comunismo artístico se ha conducido desde su primer trabajo musical: el arte como síntoma de la máquina perfecta.

Quienes se mueven en la industria musical saben que Eno no es cualquier apellido. Saber que está en tal o cual proyecto no sólo es garantía de calidad e innovación: también es la prueba de que a los 71 años se puede ser más rebelde que a los 21.