Popurrí del adiós

▶ El domingo 28 de abril tendrán lugar las elecciones generales en España. El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, busca consolidar el mandato frágil que consiguió el año pasado tras la penosa dimisión de su predecesor, Mariano Rajoy (Partido Popular). Según los sondeos electorales, el partido de Sánchez, el PSOE, parte con ventaja inicial con 29% de la intención de voto, que podría traducirse en 120 escaños. La buena noticia para el mandatario español es que no hay duda de que su partido será el más votado.

La mala es que no alcanzará la mayoría mínima para formar el gobierno solo.

Los tres partidos de derecha —PP, Ciudadanos y Vox— tendrían más posibilidades de hacerlo…si logran ponerse de acuerdo.

No será sencillo, las tres agrupaciones se disputan un electorado cada vez más atípico, que ya no quiere escuchar respuestas mesuradas a los problemas de siempre, sino soluciones cada vez más radicales. Sin duda, la sorpresa este año será la posición de Vox en las Cortes. No dudo que llegue a desplazar a Podemos como cuarta fuerza nacional.

Un mes más tarde tendrán lugar las elecciones al Parlamento europeo, del 23 al 26 de mayo. En marzo, el presidente de Francia dirigió una carta a los ciudadanos de los países de la Unión Europea, “Por un renacimiento europeo”, que publicaron los principales diarios del continente. El mandatario insistió en que estos comicios deben representar un momento decisivo para proteger la democracia, la libertad y el progreso de amenazas externas e internas (entre ellas los nacionalismos xenófobos). Este discurso tuvo una acogida similar a la de aquel discurso que pronunció en la Universidad de París hace dos años. Veladamente Macron se refirió a la posible injerencia de Rusia, por medio de propaganda y tecnologías de la información, en las elecciones. En las instituciones europeas hay quienes temen que Rusia trate de deslegitimar a los sistemas democráticos de los países miembros. En todo caso, no hay duda de que la potencia euroasiática tendrá interés en el rumbo de la UE en los próximos años.

Quisiera cerrar con unas líneas sobre el tema que comenté la semana pasada: el desastre en la catedral de Notre-Dame. Los investigadores revelaron que se debió a la falta de cumplimiento de medidas de seguridad elementales. La policía encontró colillas en los andamios donde comenzó el incendio. Esclarecer las causas del incendio no deja de provocar rabia: ha sido el descuido más vergonzoso que ha provocado daños en el patrimonio cultural de un país.

Macron asegura que reconstruirá el templo en cinco años, más allá de su mandato. Han iniciado las discusiones sobre la naturaleza de los trabajos: si deben rehacerse la nave y el techo con los materiales y las técnicas del siglo XIII, si debe respetarse la contribución de los arquitectos decimonónicos en la estructura o sobre si deben apuntalarse las técnicas de construcción actuales.

El arquitecto británico Norman Foster coquetea con la idea de participar en el concurso al que convoca Francia proponiendo una aguja mirador y un techo de cristal. La controversia seguirá ahí por un rato.

Finalmente, agradezco a mis cuatro lectores su tiempo, su paciencia y sus críticas. En la vida, un “adiós” puede ser un “hasta luego” y un “nos vemos al rato” una despedida definitiva. El tiempo dirá cuándo nos volveremos a ver las caras sucias.