REDACCIÓN
El poeta y ensayista mexicano David Huerta ganó el Premio Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) de Literatura en Lenguas Romances 2019. Al enterarse de la noticia el hijo de Efraín Huerta criticó los atisbos de “desdén” que existe por la poesía y los poetas.
Huerta (Ciudad de México, 1949) dedicó
el reconocimiento, a su madre por haberlo formado, a los poetas mexicanos y a sus “colegas, tan maltratados” en los últimos tiempos.
“Si uno se acerca a los grandes poetas, a los buenos poetas, su vida es más
interesante, multidimensional, con más perspectivas y ciertas profundidades”, dijo Huerta en una breve entrevista con medios de comunicación.
“El entendimiento de mentes que no
son la propia mente es muy importante para quienes leen poesía”, añadió.
Pero aunque Huerta describió algunas
bondades que trae consigo la lectura de la poesía, aseguró que en México “hay cierto desdén, en la actualidad y desde siempre, pero ahora es un poco mas señalado, por la poesía”.
Para comprobar su aseveración apuntó que “el gran poeta mexicano se llama
Eduardo Lizalde (Ciudad de México, 1929), está vivo y trabajando todavía entre nosotros”, pero no se le reconoce su trabajo.
Recordó que el 14 de julio, Lizalde cumplió 90 años “y no se hizo nada, debería
haberse hecho una ceremonia en el sala principal del Palacio de las Bellas Artes”.
“No me lo explico o mejor dicho, me
lo explico demasiado bien. Hay desdén por la poesía y desdén por los poetas; yo recibo este premio a nombre de mis colegas poetas, tan maltratados últimamente”, apuntó Huerta.
Dijo que tal vez su único mérito para
acreditarse el premio “es escribir constante, continuamente a lo largo de mi vida, y hacerlo bien”.
A punto de cumplir 70 años,
Huerta es hijo del gran poeta mexicano Efraín Huerta (1914-1982), contemporáneo del también poeta y escritor Octavio Paz (1914-1998), reconoció la aportación de su padre en sus interés por las letras, pero destacó la figura de su madre, Mireya Bravo, como su gran guía e influencia.
“Recuerdo de niño y adolescente
las conversaciones, las lecturas hechas en común con mi madre, además de la presencia de mi abuela Ana, la madre de mi madre”, apuntó.
Dijo que su madre le heredó “enseñanzas de todo tipo” y recordó su
jovialidad, su actitud “un poco severa” y “su moral a toda prueba”, además de su alegría para vivir.
“Fue una fantástica persona, muy
culta y gran lectora”, apuntó el poeta, quien recordó que por su madre lleva el apellido Bravo y “por eso yo me llamo David Huerta Bravo”.
Huerta ganó el Premio Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) de
Literatura en Lenguas Romances 2019, dotado con 150.000 dólares, luego de que el jurado del galardón valoró “el ímpetu, la ambición y la fraterna inteligencia” de su obra.
Huerta ha incluido
también la traducción como “parte fundamental” de su obra “que la convierten en una ejemplar anomalía que ha problematizado todo discurso poético”, consideró el jurado.
El autor es uno de los referentes de la
poesía mexicana contemporánea. Hijo del poeta Efraín Huerta, ha impartido cursos en la Fundación Octavio Paz y la Fundación para las Letras Mexicanas, y ha sido colaborador de diversos periódicos y semanarios mexicanos.
Además es autor de los libros
Cuaderno de noviembre (1976), Huellas del civilizado (1977), Versión (1978), Los objetos están más cerca de lo que aparentan (1990), La sombra de los perros (1996), La música de lo que pasa (1997) y El azul en la flama (2002), entre otros.
El poeta mexicano toma el testigo de la uruguaya Ida Vitale en la edición 29 de este premio, y es la primera ocasión en que este galardón es otorgado dos años consecutivos a poetas.