POR LUCIANO FRANCO
Harto de las injusticias y vejaciones que enfrentan a diario decenas de miles de migrantes centroamericanos al interior del país, y connacionales en Estados Unidos, y como una muestra de repudio a la discriminación de que son objeto, Primitivo Rodríguez tomó una decisión poco común para apoyar a la población: Quemó públicamente su pasaporte.
— ¿No es una medida extrema? —
“Sí, puede serlo. Seguro mi familia no me va a felicitar por lo que hice. Pero más extremo es el trato que se da a nuestros migrantes. Extremo es literalmente encarcelarlos en Estados Unidos sin haber cometido ningún ilícito. Extremo es regresarlos esposados. Extremo es separar a sus familias. Eso es extremo”, sentenció en entrevista para ContraRéplica.
▶ A sus 74 años de edad, 17 de los cuales vivió de manera legal en Estados Unidos, donde encabezó un organismo civil de defensa de migrantes, Primitivo Rodríguez Oceguera llegó a las puertas de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en plena avenida Juárez, en esta capital, para prender fuego a un pasaporte que apenas en mayo había renovado.
“Lo hice para convertirme en un indocumentado más. Ahora soy, con mucho orgullo, haitiano, hondureño, nicaragüense, salvadoreño, cubano, angoleño o mexicano indocumentado.
Si alguien quiere detenerme, que me deporten a donde quieran. Ahora soy ciudadano de cualquiera de esos países”, aseguró.
Explicó que dos razones le llevaron a prender fuego a ese documento oficial:
“La protesta enérgica por la cruel e ilegal política antimigratoria que aceptó llevar a cabo México contra los ciudadanos centroamericanos, a fin de evitar imposiciones arancelarias de Estados Unidos, y también un gesto de solidaridad con quienes transitan por nuestro país sólo en busca de mejores oportunidades.
“México sacrificó su gran tradición de país de migrantes en aras de un acuerdo con Estados Unidos, y se quedó sin autoridad moral para defender a los connacionales en la Unión Americana, porque está aplicando la misma política del vecino del norte con nuestros hermanos centroamericanos.
“Es la política del garrote, la intimidación e incluso la separación de familias”, condenó Primitivo, ya sin pasaporte y “como uno más de los miles de indocumentados que transitan en México”.