En agosto del año pasado, el entonces presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, mantuvo en Monterrey un encuentro privado y respetuoso con los obispos mexicanos. En él expuso sus preocupaciones por el país y pidió la colaboración de los jerarcas en el ámbito que es propio de su labor pastoral; a su vez, los obispos manifestaron diversas inquietudes, entre ellas, la posible aprobación a nivel federal del crimen del aborto, disfrazado como un falso derecho de las mujeres, el entonces Presidente electo comentó que ese tema no estaba en su agenda, que sus prioridades eran otras, con lo cual quedaron tranquilos.
Sin embargo, la secretaria de Gobernación,
Olga Sánchez Cordero, no solo no ha dejado de insistir en el tema, trabaja día y noche para conseguirlo. Hubo quejas de los promotores pro vida de Oaxaca —donde de forma desaseada e ilegal, el pasado 25 de septiembre, el Congreso local aprobó la ley infanticida—, de que los diputados locales recibieron llamadas intimidatorias de la secretaria de Gobernación para aprobar dicho delito o de lo contrario, recibirían fuertes represalias.
Así mismo, se denunció la presencia en el Congreso de activistas argentinas, las así llamadas
feminazis, quienes de manera porril hicieron desmanes y manifestaciones histéricas de apoyo al infanticidio.
Por si esto fuera poco, el sábado 28, en la Ciudad
de México, las feminazis hicieron una manifestación vandálica en la que pretendieron profanar los templos y asaltar violentamente a la Catedral Metropolitana. Afortunadamente, todo quedó en
pintas blasfemas, y cabe reconocer que mejor un grupo de jóvenes católicos valientes se apostaron a defender los templos, mientras para vergüenza de los católicos, algunos pastores pusilánimes prácticamente los descalificaron y mostraron su apoyo y respeto a la libertad de expresión.
De verdad, ¿toda opinión es respetable? ¿Se
puede respetar el derecho a agredir, insultar, mofarse, profanar, calumniar, amedrentar y sobre todo se puede respetar el derecho a matar a un inocente?
Por supuesto que no, porque no son derechos,
son delitos, y por lo mismo son inaceptables, y más bien condenables, como Jesús no tuvo reparo alguno en hacerlo con los hipócritas.
La ardua y diabólica actividad de la secretaria
de Gobernación en favor del crimen del aborto, y la legalización de las drogas, que contradice el combate a la violencia y al sano desarrollo de los jóvenes, que es prioridad para el actual gobierno ¿cuenta con el aval del Presidente Andrés Manuel López Obrador? O quién manda en este país.
•Sacerdote y exvocero de la Arquidiócesis de
México.