Según el Tratado de la Unión Europea y la voluntad de la mayoría de los electores británicos del 23 de junio de 2016, el Brexit tendría que haber ocurrido este año, técnicamente el viernes 29 de marzo. En el transcurso de este año, la primera ministra británica Theresa May fracasó tres veces en que el Parlamento autorizara el acuerdo de salida, concediendo la última vez incluso su renuncia en caso de aprobación.
El miércoles pasado, la dirigente británica sereunió con sus pares de los otros 27 Estados miembros de la Unión Europea para pedir una prórroga más allá del 12 de abril. May confía en que sus contrapartes europeas estén más dispuestas a reabrir las negociaciones, de manera que sean aceptable para el Parlamento de su país. Sin embargo, la primera ministra parte de una posición de gran debilidad y no tiene un “plan B”
Los dirigentes de la UE conceden que alargar el Brexit –cuando el plazo legal ha expirado– entraña riesgos para el funcionamiento de la organización. Podría enturbiar la designación de un nuevo presidente de la Comisión Europea —en lugar de Jean-Claude Juncker, quien se retira— y enrarecer las elecciones al Parlamento Europeo, en donde ya no está previsto que haya escaños para representantes británicos.
A pesar de lo anterior, en Bruselas elaboran una respuesta que podría ayudarle.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, está convencido de que el Brexit, para llegar a buen puerto, necesita de una prórroga. En la última semana ha presentado una propuesta: la llamada “flextensión”. Es decir, una prórroga hasta por un año, que permita al Reino Unido salir en el mismo instante en que sus fuerzas políticas lleguen a un acuerdo. Este escenario implicaría, forzosamente, que el Reino Unido participara en las elecciones al Parlamento europeo de mayo de este año. De no hacerlo, el país quedaría automáticamente fuera de la UE el 1º de junio de este año.
Entre los dirigentes europeos, el presidente Emmanuel Macron fue el más indispuesto a acoger esta idea, de la mano del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y del primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel. Macron teme que la incertidumbre de Londres contagie a París. Es el escenario que el mandatario desea menos en el momento en que su popularidad cae en picada, al no resolverse las exigencias de los chalecos amarillos.
Pese a su oposición, Macron, cada vez más aislado, se rindió frente a la propuesta de Tusk y Merkel.
Lo bueno de alargar las negociaciones es que el fantasma de un Brexit sin acuerdo se disipa. Todavía falta por ver si el Reino Unido será capaz de construir un consenso nacional sobre un asunto esencial, cuando tiene cada vez más diferencias sobre su futuro.
•Internacionalista, especializado en diplomacia
europea.Twitter: @carlospeimbert