En una semana marcada por los desatinos de Culiacán, el “aerosol defensivo natural” con el que Presidencia recibió a los presidentes municipales de oposición y la enésima reducción en las perspectivas de crecimiento para el país, cuesta trabajo encontarr el ánimo para cambiar a otros temas de interés.
Sin embargo, y como la realidad es necia, hay que regresar
a la agenda del día a día e ir tomando previsiones de cara al 2020.
Para la economía mexicana el 2019 fue un “annus horribilis”, marcado por la crisis de confianza generada desde el
Gobierno Federal que frenó las inversiones productivas que contagió a la actividad industrial y a buena parte de los servicios. Si esto lo aderezamos con subejercicios del Gobierno Federal del orden de los 232 mil millones de pesos,, obras emblemáticas (Santa Lucía y Tren Maya) detenidas porque desde la transición al equipo de la 4T no se le ocurrió tener listos los proyectos ejecutivos para justificar su viabilidad así como tramitar sus permisos, un sector energético a contrapelo de la tendencia tecnológica y una inexistente política económica/industrial, no es de sorprender que el mercado interno nada más no camine.
De hecho, el impulso que le permitió a la economía mexicana arañar un crecimiento del PIB de 0.2% en el primer
semestre del año (con lo que libró entrar a una recesión técnica), vino de la muy globalizada, neoliberal y hasta fifí red de tratados y acuerdos comerciales con los que cuenta el país y que le permite ser plataforma de proveduría tanto para las industrias globales como del mercado norteamericano.
De hecho Alemania, uno de los principales socios comerciales de México, también creció 0.2% en el primer semestre
del año. Pero como economía y recesión se escriben distinto en alemán y en mexicano, Ángela Merkel no salió a la Puerta de Brandemburgo (el equivalente al Zócalo de la Ciudad de México) a celebrar el haber librado la recesión ni declaró que la economía teutona iba “requetebién”. Por el contrario, y partiendo que reconocer y decirle por su nombre a un problema es el primer paso para poder solucionarlo, el Gobierno germano ha sido muy claro sobre su industria y el Bundesbank (el Banco Central) desde hace poco más de una semana señaló la posibilidad de que la producción se reduzca para el tercer trimestre del año y reconoce que su economía ha entrado en recesión.
Mientras aquí salen con que los indicadores y el crecimiento son “obsesiones neoliberales”, e mundo se prepara
para un 2020 donde la Unión Europea pierde con Alemania a su principal motor económico (Reino Unido sigue en un berenjenal con su propio populista y el Brexit), la guerra comercial entre China y los Estados Unidos sigue, quitándole
dinamismo a ambos, y surgen protestas en diversas partes del mundo que hacen pensar en un cambio generacional como el de finales de los sesentas.
En 2019 la economía mexicana no creció, pese a que la
economía norteamericana sí lo hizo.. El 2020 se presenta con un entorno internacional recesivo y donde los Estados Unidos esperan crecer menos que 2019.
Si efectivamente se busca beneficiar primero a los pobres,
México no tiene margen para improvisar y, por el bienestar de millones de familias, no puede repetir los errores de 2019.
•Ex Secretario de Trabajo y Desarrollo Económico de Puebla.
Analista económico y de negocios @MichelChain