Los seres humanos tomamos decisiones basados en las emociones, principalmente, antes que en la razón, como muchos creen.
Hay dos emociones básicas que guían la conducta humana: el amor y el miedo. De estas derivan una gama de emociones que se ubican de manera intermedia entre uno y otro polo.
Los grandes problemas sociales a los que nos enfrentamos cotidianamente, como la inseguridad, la violencia, la corrupción y la discriminación, por mencionar algunos, tienen su origen en el miedo.
El miedo es la causa principal de la descomposición del tejido social y todas sus consecuencias.
¿Realmente es utópico o imposible vivir sin miedo, en un ambiente de seguridad y confianza?
La única forma de recomponer el tejido social, es aprender a actuar con amor hacia los demás.
Desafortunadamente, la idea del amor se ha trivializado. Cuando se habla de éste, las personas de inmediato lo asocian al amor romántico o de pareja, y lo toman como algo cursi.
La sociedad no nos enseña mucho sobre el amor. Se idealiza demasiado sobre éste. Nos hacen creer que lo importante es “encontrar el amor”; es decir, hallar a una persona que nos ame, y no aprender cómo sentirlo, ejercerlo y gestionarlo.
Nuestro mundo ha sido construido a partir de decisiones tomadas con base en el miedo, y no en el amor. Así funcionan las grandes pautas de conducta social en la toma de decisiones individuales o colectivas. Por eso están tan generalizadas la violencia y la inseguridad. Por eso se descompone el tejido social en células que pretenden su bienestar individual sin tener en cuenta el contexto social general.
Estos grandes problemas sociales no se van a resolver si no cambiamos el paradigma. Sí es posible construir una sociedad en la que las personas aprendamos a actuar con amor hacia los demás.
En la actualidad, la sociedad nos exige reprimir las emociones. En ningún lugar, ni en la casa, ni en la escuela, o en la comunidad, se enseña a vivir en armonía con ellas, saber gestionarlas (qué hacer con nuestras emociones), como si no formaran parte de la naturaleza humana.
El racionalismo científico que encontró un gran auge en las sociedades occidentales modernas a partir del Siglo XVII, parece haber “cercenado” nuestra capacidad de aprender a vivir con nuestras emociones. Como si fueran algo malo, algo que se debiera ocultar
Es la razón por la que no hemos aprendido a actuar con amor. Y entonces el miedo, naturalmente ocupa ese espacio.
Flor de Loto: “Aprender a actuar con amor puede cambiar nuestra vida; y así, cada uno de nosotros puede cambiar el mundo”.