Carlos Romero Deschamps, líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros durante casi 26 años, podría alejarse de las mieles de que gozó a partir de la caída
de su antecesor Joaquín Hernández Galicia, La Quina renuncia ¿y?
A lo largo de su dirigencia casi faraónica, se sucedieron infinidad de
acusaciones en su contra por actos de corrupción, aunque ninguno prosperó ante los tribunales y no precisamente por falta de pruebas, sino por el exceso de protección de que disfrutaba el tamaulipeco.
Sus corruptelas a gran escala se
iniciaron en el 2000, con el denominado Pemexgate, cuando dispuso de 500 millones de pesos de los petroleros para financiar la campaña del entonces candidato presidencial priista, Francisco Labastida, y al paso del tiempo nos enteramos que su siempre bien organizada economía familiar le permitió poseer bienes muebles e inmuebles que ningún trabajador, incluso los de su bien remunerado gremio, podía imaginar.
Su gusto por las joyas y
su afición por los viajes lujosos de los que se ha hablado por mucho tiempo tampoco son
una sorpresa para los mexicanos, como también conocemos del amor, atención y cuidados que brinda a sus hijos, pero no siempre comprobamos que
atendiera las demandas de sus agremiados, ya que fue acusado por ellos mismos en más de una ocasión.
Sabemos que tiene una larga carrera iniciada en 1970 como secretario
de Acción Política de la Dirección Juvenil del PRI y ha sido comisionado nacional del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana para la revisión del contrato colectivo en 1971, fue miembro propietario de la asamblea general del Infonavit en 1993, y primer secretario general sustituto del CEN de la CTM en 1998, cargos que, por bien pagados que hubieren sido, no justifican su fortuna personal.
El también reelegido en cuatro
ocaciones como líder petrolero fue diputado federal de 1979 a 1982, entre 1991 y 1994 y de 2000 a 2003, mientras que de 1994 a 2000 se desempeñó como senador de la República, sin que recordemos alguna destacada participación de su parte, más allá de las aportaciones económicas para las campañas de sus compañeros de partido.
Romero Deschamps llegó a la dirigencia de uno de los sindicatos más
poderosos después de la caída de La Quina, quien habría de pagar sus malos manejos con varios años de cárcel.
Tanto Romero Deschamps como
Hernández Galicia prestaron valiosos servicios al sistema emanado del PRI: el primero debió dejar el poder para ingresar directamente a prisión y el segundo debería prepararse para esa eventualidad.
El primero fue señalado como un
freno para el crecimiento de Pemex, y el segundo, también, pero en este momento se corre el riesgo de incurrir en el gatopardismo padecido a la salida de La Quina, de que todo cambie para que todo siga igual.
•Egresada de la EPCSG. Exdiputada constituyente.
Defensora de los derechos de los animales y
fundadora de "Ángeles Abandonados"