Los años setenta son una etapa no superada.
Las marcas de la Guerra Sucia siguen presentes, y esto es así porque ha imperado la
impunidad a lo largo de medio siglo.
Pedro Salmerón cometió un error grave
al banalizar las cosas y abrió heridas que nublan cualquier posibilidad de análisis ponderado y que echan por tierra, al haberlo hecho desde una plataforma oficial, buena parte de los avances que ya existían para comprender una etapa delicada de la historia reciente.
Los guerrilleros cometieron crímenes imperdonables que en nada ayudaron a su causa, como los asesinatos, en intentos de secuestro, del empresario Eugenio
Garza Sada o el profesor universitario Hugo Margáin Charles, entre otros.
Pero en general perpetraron asaltos bancarios, que
consideraban expropiaciones, y realizaron actividades de propaganda.
Aquello mereció una respuesta dura del gobierno y
muchos de los integrantes de grupos como la Liga Comunista 23 de septiembre, el Frente Urbano Zapatista o el Movimiento de Acción Revolucionaria, entre otros, terminaron en las cárceles o muertos.
Los que eran atrapados por la DFS sufrían torturas
y tratos crueles y cientos de ellos terminaron desaparecidos. Las familias tampoco la pasaban mejor y sus casas eran cateadas sin orden alguna.
Uno de los argumentos es que se trataba de una
guerra y que así son las guerras, pero no, porque la autoridad estaba obligada a conducirse en los límites de la ley, porque ahí se sostiene la estructura primera del Estado de Derecho.
Por supuesto que al presidente Luis Echeverría
esto le importaba un comino, y por ello ocurrió lo que ocirrío
La mayoría de los guerrilleros eran jóvenes universitarios radicalizados después de octubre de 1968 y de
junio de 1970. Creían que no había espacios para el avance democrático y estaban inspirados en la Unión Soviética y de modo particular por Cuba, aunque ninguno de los gobiernos, de esos países, los hayan apoyado.
Los grupos policiales que se integraron para combatirlos, y en particular la Brigada Blanca, tuvieron una
patente de corzo para realizar toda clase de fechorías e ilegalidades, a cambio de encargarse del trabajo sucio.
Hace unos años, en el arranque del siglo, se estableció una Fiscalía sobre Delitos del Pasado y Echeverría
terminó en prisión domiciliaria. Es el único titular del Poder Ejecutivo que se ha visto frente a un juez y por delitos de lesa humanidad.
Aún antes, la Comisión de Derechos Humanos,
desde su fundación, en los años noventa, estableció un programa para la búsqueda de los desaparecidos políticos.
Esto es, hay problemas no resueltos que tienen que
ver con un esquema de crímenes de Estado, que hicieron mucho daño al país, porque de esas situaciones no se sale sin heridas que lamentar.
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