Cierto es que nueve meses es un periodo muy corto para evaluar un gobierno que generó altas expectativas debido a los resultados electorales que tuvo un partido con apenas cinco años de existencia y más si, como lo ha afirmado el Presidente Andrés Manuel López Obrador, no solo se trata de un cambio de gobierno sino de régimen.
Incluso es muy pronto para saber si está dando resultado
la estrategia de seguridad de la 4T, que prioriza la atención a las causas, la creación de la Guardia Nacional e incluso la amnistía.
Es precisamente en este rubro en el que el propio López
Obrador reconoce no haber dado buenos resultados, al decir en su primer informe oficial de gobierno que no se ha logrado disminuir los índices delictivos.
Y tiene razón. Prueba del desbordamiento de la violencia
fueron sin duda las matanzas de Minatitlán y Coatzacoalcos, así como la carnicería de Uruapan, los ataques en Irapuato y Tepalcatepec, por citar los eventos sangrientos más mediáticos.
López Obrador también tiene razón en atribuir la actual
escalada de la inseguridad a la fallida estrategia puesta en marcha por sus antecesores.
No obstante, lo cual se compromete a que pronto pacificará el país al abatir la corrupción y la impunidad, al ponderar que la paz es fruto de la justicia.
Urge que así sea.
Más allá de repartir culpas, AMLO debe afrontar el problema de la inseguridad, recuperar territorios que parecen
ser tierra de nadie, aunque ese nadie, paradójicamente, está plenamente identificado no solo por ciudadanos de a pie, sino de policías, muchos de los cuales han sucumbido al dominio de los grupos del crimen, ya sea por beneficios económicos e incluso por amenazas a su integridad.
La tarea es sumamente compleja, ya que además López
Obrador ha insistido en que no recurrirá al uso de la fuerza, intención que parece no comparten los grupos del crimen, sobre todo los cárteles más articulados del crimen.
En lo económico, el Presidente acepta que no se está creciendo, pero asegura que existe una mejor distribución de la
riqueza y refrenda el objetivo de su gobierno de garantizar el bienestar, al insistir, jocoso, que “el pueblo está feliz, feliz, feliz”.
En términos estrictos, entre algunos de los resultados están
el ahorro que se ha tenido derivado de la política de austeridad, la cancelación de algunos beneficios para la alta burocracia, el seguro de gastos médicos y fondo de ahorro, así como las pensiones a expresidentes.
Además, la cancelación de los contratos del Nuevo Aeropuerto de México en Texcoco, así como la abrogación de la
reforma educativa.
En cuanto a las becas a estudiantes, ayuda a personas de la
tercera edad y el programa de empleo para jóvenes es todavía muy pronto para saber si, como es el objetivo, servirán para mejorar el nivel de vida en varias regiones del país y disminuir los niveles de inseguridad.
Así que hay muchos desafíos por delante. Y sin crecimiento,
el gozo se puede ir al pozo.
•Editor. Actualmente director del portal
LaHoguera.mx