Semana uno sin esclavitud

Columnas viernes 22 de marzo de 2019 -

Nuestro Líder Amadísimo promete y cumple. Todo fue que nos anunciara que la era de la esclavitud neoliberal había llegado a su fin, y sentir cómo se empezaba a asentar la Utopía en esta tierra bendecida por él. Ya se nota el cambio, ¿no? Y el cambio, ahora sí, ha sido posible, también, porque sus Apóstoles, ese ejército de misioneros de la 4T que conforman su gabinete y las cámaras, han estado a la altura del desafío. Y es que esta semana ha sido particularmente difícil otorgar la Orden de Macuspana. Va un breve recuento:

Está el desnudamiento de la conjura de los Illuminati mexicanos, Krauze y compañía, por nuestra Tatis, que además tuvo la generosidad de obtener el testimonio, confiabilísimo, de un dice él que exempleado de Krauze que ahora es empleado suyo. Nomás hay que pagarle a tiempo, legisladora, porque luego el camarada se nos anda tratando de regresar con las fuerzas del mal. A lo mejor entonces hasta se le quita lo antisemita...

Sí, nuestra Tatis iba muy bien perfilada.

Lo confieso: estuve a punto de imprimir su nombre en la medalla desde el miércoles, porque caray, su trayectoria la avala. Sin embargo, fue un poco como el Oscar a Glenn Close: se le atravesó Rocío Nahle, la gran Rocío de México. Ahí es donde se nota cómo todo cambió. Como en la 4T no somos corruptos, podemos hacer asignaciones directas y dejarnos de ñoñerías como licitar. Así que para la nueva refinería se eligió a cuatro empresas internacionales, con un rigurosísimo proceso de selección para cumplir con la promesa del Tlatoani: que no estuvieran involucradas en actos de corrupción. Ya sé, fifís, lo que van a decir:

que resultó que las cuatro tenían antecedentes funestos. Pero es que no han entendido que lo de la corrupción en la 4T es un asunto teológico: si el Padre de Pueblos, Primer Garante de la Ética, convierte en puro cuanto rozan sus dedos ahítos de espiritualidad —casos de Cuau Blanco, Napito, etc—, es silogísticamente imposible la corrupción en su gobierno. Esas empresas ya fueron tocadas por la santidad, gracias a Rocío, Vicaria del Presidente Eterno en la Tierra.

Así que le estaba marcando a mi proveedor para grabar su nombre cuando se nos apersonó el tío Manolo. La lógica es la misma: si la pureza divina puede transmitirse por interpósita persona, a través del Jefe Bartlett queda purificado por el Gran Benefactor ese compañero tribuno de Morena que va a venderle toneladas de carbón a la CFE. Así es como se lucha contra la corrupción, no con organismos independientes.

Me tentó también entregar la medalla a esa revolucionaria directora de Comunicación Estratégica de Conacyt que cree en la astrología o a la gran Jesusa, por lo de la maciza colonialista o por las reflexiones clitorídeas. Pero llegó la comandanta y mandó a parar:

La ganadora, lo vaticiné ya en la entrega anterior, es, de nuevo, la compañera Irma Eréndira Sandoval. Tiene mérito lo suyo. En tres meses, sin que se le agite el Cartier, se ha dado tiempo de poner la Función Pública, explícitamente, a las órdenes del Padre de Pueblos, comprar pipas invisibles de gasolina y desarrollar una campaña de elogios al Presidente Eterno ininterrumpida, sin pudores, y sobre todo dando un ejemplo de empoderamiento femenino: no se ha arredrado por el hecho de que uno de los aduladores más irrefrenables de la 4T, John Doc Doc Ackerman, vive bajo el mismo techo.

A sus pies, Camarada Cartier. Otro mundo es posible.