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Suicidio de músico abre debate en redes sobre el #Metoo

Suicidio de músico abre debate en redes sobre el #Metoo

Entornos martes 02 de abril de 2019 -

POR MARTHA ROJAS

El movimiento viral #MeToo (Yo también) que inició en 2017 como una red de denuncia contra el abuso, pasó de ser el lema de mujeres violentadas física o sexualmente a ser el hashtag con el que se comentó el suicidio del músico Armando Vega Gil, bajista y fundador de la banda de Botellita de Jerez, ocurrido ayer. Armando —quien participó en la creación de la agrupación en la década de los 80— fue señalado por una víctima anónima como “acosador”. La joven en cuestión, narró en Twitter la presunta violencia que el compositor ejerció sobre ella cuando tenía 13 años; días después Gil anunció su suicidio en el microblog y horas más tarde lo llevó a cabo asegurando que se trató de una “radical declaración de inocencia”.

 Dos caras de una misma moneda y la pregunta que dejan abierta una pregunta: ¿quién es la víctima?

El reportaje que The New York Times publicó en octubre de 2017 con los testimonios de diversas actrices, que sufrieron el acoso del poderoso productor hollywoodense Harvey Wenstein, derivó en un movimiento cívico de proporciones mundiales denominado #MeToo e identificado con la bandera libertaria del feminismo.

La consigna que asumieron en unprincipio —cerca de 700 actrices de Hollywood— era evidenciar públicamente a sus atacantes, una manera de empoderamiento y una forma de buscar una justicia que las instancias primarias les habían negado.

Con el grito de los agraviados salieron a relucir nombres como el de James Franco, Oliver Stone, el congresista Patrick Meehan, el vicepresidente de Obama Joe Biden e incluso el del director mexicano de televisión Gustavo Loza, quien fue incriminado en casos de acoso tras las declaraciones de la actriz Karla Souza que indirectamente los señalaban como su agresor. Los casos han aflorado en todos los estratos de la vida pública. Personajes de la política, la literatura o el mundo del entretenimiento han sido señalados por comportamientos inadecuados. La mayoría los negó y algunos se encuentran en procesos legales para demostrar su presunta inocencia. 

Sin embargo activistas temen que el movimiento, que funge como un escaparate de denuncias, sea satanizado y que aquellos que sufrieron la violencia sean revictimizados.

“Es muy desafortunada la muerte de ésta persona, pero no creo que el movimiento haya incidido porque el suicidio es un tema de salud pública nacional que debe ser atendido y que tiene que ver con una elección personal. Incluso la periodista Lydia Cacho comentó que él (Armando) afrontaba un problema de depresión. En este país matan a 10 mujeres diariamente y es el reflejo de que muchas mujeres son asesinadas por un tema cultural vinculado a prácticas machistas. Se debe dejar claro que el suicidio sea responsabilidad de la víctima, es decir: no sólo sufrió acoso sino que ahora se le acusa de no tener las pruebas para comprobar su caso, y encima se le atribuye la responsabilidad del suicidio de una persona. Hay que poner sobre la mesa las circunstancias que pusieron en contexto el Me Too", aseguró a ContraRéplica Anabel Abarca Pliego miembro de la red de feministas denominada Isurrectas. 


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IM/CR

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