TV: una modesta proposición

A mí, la verdad, no leer literatura mexicana me parece una decisión irreprochable. Sin embargo, los neoconservadores, los fifís, los machuchones, gente indigna donde la haya, se le fueron encima como hienas en las redes sociales.

Evidentemente, Doc Doc y mi Sabi actuaron de buena fe. Ellos entienden cabalmente para qué sirve la televisión cultural: no para que los del hampa intelectual hablen de cine, ópera, artes visuales o arquitectura, sino como una pasarela de funcionarios de la 4T. Me parece una política cultural y mediática acertadísima —sobre todo, una culminación maravillosa de la carrera de mi Sabi, antes dedicada a cosas como el teatro o la novela—, pero cuidado, porque descuidos como el del otro día pueden provocar una concatenación de tiros por la culata. Así que, humildemente, me permitiré hacer una propuesta metodológica. Luego del padre Solalinde, próximo invitado, ignoro cuáles de los apóstoles del obradorismo visitarán John & Sabina en las próximas semanas, pero permítanme especular para ilustrar mi propuesta. Es fundamental que nuestrxs talentosxs conductorxs tengan siempre una tarjeta con una lista de los temas que mejor no tocar con la visita en turno, elaborada por la producción. ¿Que van a pasar por el estudio Rocío Nahle u Octavio Romero? La tarjeta tiene que incluir como temas vetados cualquiera que se relacione con la energía, el petróleo, la economía, las calificadoras o la lengua inglesa. ¿Que el invitado es Tata Jiménez Espriú? Ni aeropuertos, ni montañas, ni lagos, ni los socavones del sexenio pasado porque, pues no se están investigando, ni —a juzgar por la empresa que tuvo hace unos años— internet. ¿Sanjuana Martínez?

Cancelado el periodismo o los periodistas, salvo que otra vez tenga ganas de hablar mal en Notimex de Héctor de Mauleón, o bien de sí misma. ¿Gerardo Fernández Noroña? El espacio es limitado en ContraRéplica. Baste decir que en ese caso, más que una tarjeta, hará falta un bloc. Cuadrícula chica.

Creo que con estas mínimas previsiones, con un apego a los protocolos, pues, John & Sabina, como cualquiera de los varios programas que sin duda se dedicarán a elogiar al régimen del Padre de Pueblos, tendrá estándares de calidad todavía más altos. Porque no, Doc Doc, Sabi: no pueden apostarle todo a su simpatía, a su charm. Pero, repito, quiero felicitarlos. Dentro de unos años, su programa será el archivo, la memoria histórica que ilustre la clase de personas que nos gobernaron a partir del 1 de diciembre, Año Uno. No lo vamos a poder creer.